Capítulo 32.

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MIÉNTEME.

-¿Ganas de esta noche?- Álvaro se levantó de la moto para dejarme bajar.

Intenté forzar una sonrisa, y le tendí el casco, pretendiendo no contestar para no parecer borde también ahora, o algo parecido. No es que no tuviese ganas, es que no podía parar de pedirle al doctor WHO que saltará en el tiempo para no tener que ir. Y menos después de lo que me había pasado con Christian, por supuesto.

Cuando había pasado el tiempo suficiente como para que posiblemente Álvaro se diera cuenta de que estaba evadiendo su pregunta, me dio un suave golpecito en el hombro y soltó una carcajada.

-Que va a estar bien...- Estiró de mis mejillas hacia arriba, curvando mi boca en una sonrisa más alta.- ¡Venga! Alegra la cara.

Podría poner la mano en el fuego a que sabía perfectamente que recordaba que solo había accedido a ir por él.

Bueno. Por él, y porque va a estar tu futuro marido, ¿eh?

Necesitaba descansar, aunque solo fuese un poco. Sabía de antemano que mi conciencia terminaría por echarme en cara que no hubiese podido pegar ojo en casi toda la noche por culpa de Archibald. Pero no sabía que me pasaba, y era real que no quería saberlo. Además, Álvaro se merecía que pensase en él solamente al menos ahora.

-¿Te voy a buscar después de cenar?- No había pensado en eso, pero seguro que nuestras horas no coincidían lo más mínimo.

Claro, él no se acuesta con Luna Lunera a las ocho. Dejó de hacerlo aproximadamente a... ¿Los seis años?

~Ah.~

-Vale.- Traté de no poner ninguna mueca que pudiera comprometerme.

Al menos, y pensándolo retorciendo mucho las cosas, si cenaba pronto podría intentar dormir un poco, a ver si había suerte. Más que nada para no quedar en coma en la fiesta y esas cosas que suceden cuando no pegas ojo.

-Genial.- Se acercó para darme un beso en la mejilla.- Nos vemos después de clase entonces, ¿vale?

Asentí con la cabeza, y vi como se alejaba con el corazón saliéndome del pecho. Era realmente increíble que justo este chico se hubiese fijado en mí, y yo era una gran desagradecida.

Maravilloso, pero estoy cansada de tanto pasteleo y creo que con tu querido ya gran Archibald habría más trama. Piénsalo, ese chico es todo ventajas.

~JÁ~

No. Christian no era para mí, eso lo tenía... ¿Claro? Sí, claro como el agua. Bastante que éramos amigos recientes, y que nos soportábamos el uno al otro, a pesar de nuestras infinitas diferencias. Y eso estaba sobre la mesa desde hace mucho tiempo, sí. Desde el principio, por mucho que ayer hubiese dudado durante toda la maldita noche en demasiadas cosas para mi gusto.

¡Vamos! Si ni tan siquiera sabía por qué estaba pensando en él en estos momentos, cuando me había repetido a mí misma que no debía hacerlo. No se merecía tanta atención, joder.

~Lo digo de verdad, me haces perder la cabeza.~

Y decir palabrotas. Uh, te estás revelando.

-¡Bianca!- Eve me gritó desde lo lejos, y vino con Chase hacia mí.

Verlos de cerca a los dos era abrumador, en serio. Sobre todo sabiendo que llevaba mintiéndoles (o no contándoles la verdad, la verdad es que no sabía cuál de las dos cosas me consolaba más) mucho tiempo.

-Estás desaparecida totalmente.- Eve me sonrió irónica- A veces creo que estudias demasiado.

Bradley rió, y yo me sentí peor todavía. Los libros que había abierto hasta ahora no pasaban de tres, y tan solo dos o tres días antes de los exámenes.

¿Y si les contase lo de Álvaro, por lo menos? Eso no les llevaría a pensar nada, ¿no? Y no era nada malo. Y me ayudaría a mejorar mi preocupación... ¿Un poquito?

¿Verdad?

~¿Verdad?~

Pero mi conciencia, como cada vez que necesitaba que me contestara, se quedó callada.

-¿Puedo hablar contigo un momento?- pegué un bote que me despertó completamente de mi trance. Y dejé de respirar, mi corazón a punto de sobrepasar el límite permitido de velocidad en la autopista.

Delante de mí y de mis amigos, Christian Archibald hablándome. Delante de ellos. Sin pestañear.

Oh, esto no puede ser bueno.

-S... ¿Sí?- Respondí más insegura y enfadada que nunca, mirando a Chase y a Eve. ¿Acaso no se daba cuenta que lo había fastidiado todo en un segundo?

La mirada de Eve era amenzante, en serio. Y la de Chase... Simplemente su boca había caído hasta el suelo, lengua incluida.

-Ven- Lo dijo tan cerca de mi oído que me estampé contra las taquillas del temblor.

Agarró mi brazo, y sin decir nada más e ignorando mi cara de asesina, me arrastró tras él. Quería matarle: con cuchillos, espadas láser, verbena, criptonita... Lo que hiciese falta.

Todos mis planes acababan de caer en un momento, por su puñetera culpa. Ahora les debía una explicación a ambos: y a Eve sobre todo.

-Quiero que...- Respiró hondo.- Necesito que...

Paró de hablar, y se empezó a pasar la mano por el pelo frenéticamente. Como no fuese importante, iba a arrancarle la cabeza.

-¿QUÉ?- Apreté mis manos.- ¿Tú sabes lo que acabas de hacer?- Le empujé.

Él me ignoró e intentó hablar de nuevo, pero no consiguió más que abrir la boca para después cerrarla sin decir nada. Bastantes veces.

-DILO.- Casi estaba gritando. Mis nervios estaban malditamente a flor de piel.

Te va a pedir salir, y lo sabes. por eso estás tan nerviosa.

Mi corazón empezó a ir aún más rápido. Mucho más. Apenas podía oír a los demás compañeros que pasaban por nuestro lado.

~Esto no debería estar pasando.~

-Necesito que me cojas los apuntes para hoy. Tengo que hacer cosas.

¿Eh?

¿Eh?

¿QUÉ?

-Necesito acompañar a Dafne al hospital.- Intenté coger aire, pero no pude. Una sensación de ahogo, y un fuerte calambre recorrió cada fibra sensible de mi cuerpo.

Y lo que hice fue algo de lo que nunca me arrepentiría. Empezar a correr como una histérica hasta alejarme lo máximo posible de él. Recostarme en una taquilla, e intentar que mi corazón volviese a su ritmo normal.

~Otra chica. Acaba de pedirme los apuntes para ver a otra chica.~

Y lo peor de todo. Me había ahogado tanto que estaba haciendo un esfuerzo inmenso para no llorar.

Has tardado demasiado tiempo en darte cuenta de que te importa. Y no de la forma que creías, ¿verdad?

Y todo por una Nerd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora