NO TE IMAGINAS LO QUE ESTOY SINTIENDO.
El fin de semana había sido un desastre; por no hablar de que no había podido estudiar nada. Bajo la misma estrella y Tres metros sobre el cielo en Paramount Chanel había hecho mucho daño. Bueno, eso y el hecho de que no había podido dejar de pensar en lo que había sucedido el sábado. Sabía perfectamente que le estaba dando muchas vueltas, y que no debería de importarme; pero por alguna extraña razón, lo hacía. Archibald era definitivamente bipolar, y yo estaba pagando el pato.
El instituto estaba más o menos vacío cuando había entrado. Hoy era uno de esos curiosos días en los que llegaba pronto; los padres de Eve me habían llevado en su coche a primera hora.-Soy un desastre, Bianca. Y no me lo niegues, porque sé que es así.- Eve estaba obsesionada con algo que no llegaba a entender.
Puede que sea porque no estás concentrada en lo que te está diciendo. Aunque lleve media hora hablando de lo mismo, y yo me haya enterado perfectamente.
~Ah, sí? Pues venga, sorpréndeme.~
Te está hablando de... ¡Deberías saberlo tú solita! ¡No preguntarle a tu hermosa y sabía cabeza, porque tú eres la amiga!
-No deberías pensar así.- Puse los ojos en blanco, esa era la fórmula para todo.
Eve me miró y cambió su cara a otra similar a la decepción.
-¡Qué si debería! ¿No tengo la culpa yo de no haber ido a la peluquería?- Se señaló el pelo.- ¡Mira las puntas abiertas!
No pude evitar reírme. Media hora intentando averiguar de que estaba hablando, incapaz de concentrarme en la conversación, y ¡era eso! Nunca llegaría a entender cómo se le podía dar tanto importancia al pelo. El mío estaba realmente despeinado y destrozado, y no me quejaba ni me sentía insatisfecha por ello.
Tienes el pelo liso. Si te quejases de eso tendrían un trastorno de la personalidad.
¿Se suponía que me tenía que reír ante eso? Sí, mi conciencia era muy graciosa. Sí, una genia que sabía tan bien como yo que el trastorno de personalidad no era mi máxima prioridad... el esquizofrénico sí.
-Mira, no pasa nada. Esta tarde voy, y listo; que no lo puedo dejar más.
¿Hacia cuánto que yo no me cortaba el pelo? ¡Ni siquiera lo recordaba!
-Me voy a clase.- Eve se abalanzó a darme un beso.- Gracias por comprenderme, es una de las muchas cosas por las que te quiero.- Me quedé quieta donde estábamos, paralizada por su reacción. ¿Comprenderla yo? ¡Era justo lo que no estaba haciendo!
Abri mi taquilla, y saqué todos los libros; la divertida clase de Matemáticas me esperaba a tan solo unos minutos. La verdad era que era una de las asignaturas que no me desagradaban, pero últimamente al tener tarea doble- explicárselo a Christian- le estaba empezando a coger un poco de tirria. Por no hablar de que la presencia del profesor tampoco ayudaba mucho.
Volvía acordarme de Archibald, como todo el fin de semana. Hacía lo que le daba la gana, sin importarle lo que pensaran los demás al respecto. Se creía que podía imponer cosas, y luego darle la vuelta a todo. Me estaba trastornando, y cada vez era más confuso para mí saber qué tipo de relación manteníamos. ¿Amigos? ¿Era eso? Por mucho que lo hubiese dicho el sábado, no pensaba que se término fuera capaz de definirnos. Al fin y al cabo solamente nos movía el interes, ¿no?
Te mueve más que el interes, ¿no crees? Factores como por ejemplo su aspecto físico también influyen.
~Deja de arruinarme la vida, por favor.~
Últimamente, había cogido la mala costumbre de hablar demasiado con mi conciencia. Y la muy estúpida no se callaba nunca.
-¡Hola!- Alguien me tapó los ojos por detrás.- ¿Quién soy?
Ese era un juego de críos que no había pillado nunca; por la voz se identificaban perfectamente a las personas. Aún así, sonreí ampliamente. Tampoco es como si estuviese acostumbrada a este tipo de cosas.
-¿Álvaro?- Me giré lentamente, y le vi sonriéndome también. Tenía una sonrisa tan bonita que aún seguía impresionándome que estuviese interesado en llevarse bien conmigo. No obtendría nada de bueno a cambio.
-¡Me has estropeado la sorpresa!- Rodó los ojos, pero siguió sonriendo.- Da igual, venía a preguntarte si querías quedar mañana por la tarde, a dar una vuelta.- Mi corazón dio un vuelco completo- Quiero llevarte a un sitio.
No podía creerme que hubiese dicho eso. ¿De verdad quería? ¿Qué sitio? ¿Por qué conmigo? Vale que me hubiese dicho de quedar el viernes, pero no pensaba que fuese tan en serio. Y como la última vez no fue muy bien...
Notaba como mis mejillas se empezaban a tornar rojas, y las manos comenzaban a sudarme. El nerviosismo afloraba cada vez más.
-Comemos al terminar las clases, y ya pasamos la tarde. ¿Quieres?
Mi cabeza asintió de una manera muy convincente, haciéndome parecer una loca sin remedio.
-¡Genial!- Se tocó la frente- Solo una cosa, no dejes que venga Archibald a joderlo todo.
¿Cómo se suponía que yo haría eso? Estaba tan asqueada como él de que hubiese venido en la pizzería, y ni siquiera había tenido opción de negarme.
-Vale.- No quería decirle que era imposible que yo convenciese a Christian en sus ataques de cambio de humor. Ni siquiera sabía por qué había venido la primera vez, excepto para fastidiarme y convencerme de que no debía salir con Álvaro.
-A ese chico le gustas, Bianca.- Tomó un respiro.- Y la cuestión es que a mí también.
¿Yo a Archibald? ¿Gustarle? ¡Por favor!
Has ignorado la parte en la que te dice que tú a él también le gustas.
-¿QUÉ?- Juraría que el color de mis mejillas habían marcado una nueva tonalidad de rojo. ¿Había dicho eso en serio? No lo había oído.
Álvaro se echó para atrás, retrocediendo unos pasos.
-¿Eh?- ¿Qué?- ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas?- La realidad me golpeó en la cara. Y solo entonces, me di cuenta de que lo había dicho en alto.
-Eh, nada...- Tenía que salir de esa situación. Ya.
-Te acabo de decir que me gustas, ¿y reaccionas así?- Se le veía un poco disgustado, y yo estaba muy nerviosa. Sí, lo había dicho.
Yo nunca había estado en una situación como esta, no sabía cómo se suponía que tenía que actuar. Mi corazón estaba latiendo quizás demasiado rápido incluso para el sentido. ¿Cómo podía gustarle? ¡Tenía que estar de broma! ¿Se estaba riendo de mí? ¿Era eso? ¿O se refería a gustar de la manera en la que Chase o Eve me gustaban a mí? Eso tenía mucho más sentido.
-Tú a mí... también... También me gustas.- No sabía de dónde había sacado el valor para decir eso. Pero me falta aclarar el 'como amigo', que a él también le había faltado, pero supongo que se sobreentendía.
Ya, eso no te lo crees ni tú.
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Y todo por una Nerd.
Teen Fiction¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...