Gabrielle negó con la cabeza y procedió a sentarse. Tomó la taza de té con las manos y dio un largo suspiro. En su cara podía notarse un obvio cansancio, sus cejas no estaban alzadas y su sonrisa había desaparecido.
-Dime que Jules no te ha hecho eso.-rogó María.
-Oh, no. Claro que no. Solo me he dado un golpe, discúlpenme si las he asustado. Mi marido y yo no nos dirigimos la palabra, pero no nos hemos peleado. No se preocupen.-insistió Gabrielle.
Tanto María como Josefina no quisieron insistir pues Gabrielle cambió de tema radicalmente, estaban seguras de que algo no iba bien en su matrimonio, no sabían hasta qué punto llegaba su relación. Gabrielle hablaba sin parar de sus dos hijas, la mayor tenía cuatro años y la pequeña apenas tenía unos meses. Quizás la necesidad de un heredero era lo que hacía perdurar la tensión en su vida conyugal. Fuera como fuese, aquel no era el día para hablar de ello.
Unas semanas después, María se despertó antes que su marido, aquello no era algo común, pero decidió aprovechar cada minuto que a su ocupadísimo esposo le quedaba en el dormitorio. Acarició su pelo y luego pasó a su cuello, pero eso solo pareció adormecerlo aún más. María rio y volvió a realizar el mismo movimiento por su pecho. Auguste abrió los ojos y estiró los brazos como hacía cada mañana.
-Buenos días.-sonrió María apoyando la mejilla en su propia mano observando a su esposo.
Él abrazó su cuerpo y escondió la cabeza en el hueco de su hombro y su cuello. No pasaron apenas dos minutos cuando el rey volvió a roncar. Eso hizo que María riese y pasase a acariciar su espalda. Estaban completamente obsesionados el uno con el otro como dos adolescentes enamorados. Realmente, fuera de los importantes títulos de sus nombres sólo eran eso, dos adolescentes recién casados que acababan de descubrir la vida sexual.
-Perdona, me he quedado dormido.-musitó el joven volviendo a su lado del colchón.
-No te preocupes, nos dormimos muy tarde ayer.
-Lo sé.-rio el joven recordando la apasionada noche anterior.
María se tumbó boca arriba, había algo que ocupaba su mente sin espacio para nada más. Su marido la observó pensando en aquello y su curiosidad empezó a picarle.
-¿Pensáis en algo, mi reina?
Los labios del joven dejaron un rastro de besos por su brazo derecho. Sus labios pasaron a su cuello para morderlo suavemente. Ella rio apartándose el pelo de la cara. Cogió aire para decir la "noticia".
-Hoy es mi cuarto día de falta.-informó la joven.
Auguste se separó unos centímetros de ella mirándola a los ojos, como si estuviera procesando la información. María mordió su labio inferior y a él le brillaron los ojos de admiración.
-¿Significa eso que puede que estés embarazada?
Ella asintió totalmente emocionada, ambos se abrazaron fuertemente. Era algo que habían deseado desde el primer día de su matrimonio. María no podía creerse estar tan cerca de ser madre, de traer un heredero a Francia al fin. Tras darse mutuamente los buenos días, el rey tuvo que correr a su despacho, pues había perdido demasiado tiempo como para pararse a desayunar. María también pasó directamente a sus visitas.
Se puso un vestido hermoso, a conjunto con un sombrero negro y rojo. Josefina y Gabrielle miraban los vestidos que Leonard había realizado para el cumpleaños de la reina. Todo el mundo estaba loco por quedar bien con la reina y estar a la altura en su cumpleaños. María se colocó delante de la gran puerta de la sala del té de la familia real. Cogió aire sabiendo que no sería una experiencia de su agrado. Los guardias abrieron la puerta, la adulta se giró sobre sus talones y realizó una obligada reverencia. Llevaba un vestido azul oscuro que no le favorecía para nada. Sus arrugas se abrían paso en sus facciones y sus huesudas manos cerraron el abanico para dejarlo sobre la mesita.
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María. (TimePrincessGame) Terminada.
FanfictionHistoria basada en el video juego TIME PRINCESS. Ante todo esta es una historia de ficción.