Gens II

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De manera circular la cucharilla de té rodeaba la circunferencia de porcelana con un agudo tintineo entre los dedos de María. Su rostro pasó a comunicar sorpresa al escuchar la pregunta de su hermana, e icluso pasó su vista por todo el enorme salón, aunque le asustaba encontrar a Auguste entre los asistentes, pues una visita sorpresa a solo un par de horas de su llegada no parecía buena señal, no podía esperar para estrechar a los niños entre sus brazos.

-¿Mi marido está aquí?-preguntó mirando de nuevo a su hermana.

-¿Acaso el hombre que te ha acompañado no es tu marido?

María suspiró aliviada, miró directamente al marqués y no pudo evitar pensar en como sería Gilbert como rey. Negó con la cabeza algo más tranquila y justo después rio. 

-No, ese es el marqués de Lafayette, mi acompañante.

-¡Pero él me ha dicho que era el rey!-dijo llevándose una mano a la boca. 

-¿Hace cuanto que no miras tus lecciones de francés, querida hermana?

-¡No hace tanto! Tú estabas conmigo en la última clase. 

María abrió los ojos como platos y luego estalló en carcajadas, Amelia tenía fama de ser a veces demasiado inocente, la pobre era el blanco de burlas de todos los hermanos. Isabel se unió en la conversación al escuchar lo que Amelia había dicho. 

-Amelia... Recuerdo cuando madre dijo que te habías quedado sin aire al nacer debido al cordón umbilical... 

-¡Isabel! Eso era una broma...-se quejó la joven. 

-Empiezo a pensar que no.

Todos los invitados pasaron al enorme comedor, aquello era muy distinto a Versalles, había menos de la mitad del servicio, la gente parecía más relajada, como si de verdad disfrutase de la compañía de los demás. ¡Hasta había visto sonreír al marqués! Ambos se sentaron uno al lado del otro para la comida, al ser reina, se colocó justo al lado de su hermano Leopoldo que presidía la mesa como buen anfitrión.

-¿Os encontráis bien, majestad?-preguntó Gilbert. 

-Muy bien, gracias mi señor. ¿Cómo os encontráis vos? ¿Quizás demasiado cansado del viaje?

-No, su familia es muy hospitalaria y amable, les agradezco enormemente que me hayan hecho sentir bienvenido. Son... Mucha gente.-dijo algo sorprendido. 

María sonrió colocando una servilleta sobre sus piernas, el marqués también sonrió, no era muy común en él expresarse de manera tan extrovertida, quizás lo era cuando no sentía la enorme presión parisina sobre sus hombros. 

-He oído que es usted militar, ¿Ha luchado en alguna guerra, mi señor?-preguntó Maximiliano, el menor de todos los hermanos. 

-Me temo que sí. Pero ya estoy retirado de las misiones y solo me dedico a formar a los jóvenes para el ejército. 

-Todo el mundo ha escuchado de sus hazañas, marqués, me siento muy honrado por poder darle la bienvenida a Austria.-dijo formalmente el emperador. 

Los hombres hablaron durante algún rato más antes de que la puerta sonase, María se giró y sus ojos se iluminaron instantáneamente, al fin había llegado su hermana "Carlota", María Carolina. Iba acompañada de su esposo y un enorme grupo de niños como había leído en sus cartas. Carlota se había casado con Fernando de Nápoles, aún recordaba la primera carta de su esposo diciendo que su marido era muy feo y que se reunieran para cambiarse los maridos, ese era el único consuelo de la joven María cuando llegó a Francia, las cartas con su hermana. A todo el mundo le llamaba la atención como de pequeñas iban a todos lados juntas, a pesar de que se llevaban algunos años, llegaban a confundirlas con gemelas debido a que les encantaba vestir con los mismos vestidos y los mismos peinados. María no perdía la esperanza en poder darle a su pequeña una hermana en algún momento. 

María. (TimePrincessGame) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora