Buscando el Sol

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El viento azotaba la piel de los combatientes en el frente, el sonido de los cañones y los disparos se metían en el oído como un zumbido. El marqués era incapaz de diferenciar entre los gritos de furia y los de dolor de los caídos en el suelo. Estaba detrás de trinchera, llevaba su arma en la mano, pero el polvo levantado le impedía concentrarse en un objetivo en concreto. Las bolas provenientes de los cañones no tardaron en alcanzar sus reservas de comida, luego las de agua, su plan era dejarles sin recursos, pero la munición no tardó en alcanzar las trincheras. 

-¡¡Señor!! ¡Tiene que irse de aquí!-gritaban sus subordinados.-¡Es muy peligroso!

Pero el marqués era terco. No iba a dejar que sus hombres se quedaran en la zona más peligrosa mientras él descansaba en su despacho. 

Pero también era cierto que aquella zona rebosaba en peligro, el ambiente a sangre y polvo se metía en la nariz, a sabiendas que jamás serían capaz de olvidar aquel putrefacto olor. El marqués se puso en pie y su revólver apuntó al chico que se encargaba de lanzar el cañón, su puntería tenía fama de ser perfecta, pero algo cerró su estómago. El chico no parecía ser mayor de doce años, colocaba la siguiente bola en el inicio del arma, solo tenía dos opciones, cargar para siempre con la vida de aquel chico o saber que sus hombres correrían más peligro. 

Debía decidir, Gilbert era un hombre bueno, sus responsabilidades iban antes que cualquier cosa, su peluca se había tornado de un color oscuro debido al hollín y la tierra, al igual que sus ropas. Pero se le pasó el tiempo para decidir, el chico cambió su objetivo por uno más concreto, el marqués. La bola salió disparada directamente hacia él, y hubiera alcanzado su cuerpo si no fuera por uno de sus soldados que se abalanzó sobre él para protegerlo. Ambos cayeron al suelo y el marqués quedó inconsciente. 

Cuando despertó, solo un par de minutos después, se encontraba mareado, su visión estaba nublosa, tuvo que parpadear varias veces para que se aclarase, tosió cubriendo su boca con su brazo para no tragar más polvo, en esos segundos que pasaron como horas, solo una persona estaba en su mente. Sí, se acordaba de su madre, de como lo mecía cuando era solo un niño, de su padre hablando del honor y de su hermano. Pero fuera de su familia solo podía pensar en una persona, en alguien que robaba su sueño todas las noches que debía combatir con la guerra mental que sucedía en su cabeza mientras intentaba descansar, teniendo de fondo los alaridos de sus compañeros muertos de dolor. Recordaba su risa y se emborrachaba con ella todas las noches, como una droga que le daba las fuerzas necesarias para levantarse cada mañana. 

En esos segundos que gateaba buscando su arma o alguien que pudiese brindarle ayuda, pensaba y buscaba una razón por la cual el rey, su buen amigo, lo había enviado de nuevo al frente a sabiendas del peligro que aquello conllevaba, además de haberlo hecho con una carta, sin tan siquiera haber hablado con él en persona, quizás porque sabía que el marqués no lo cuestionaría nunca y obedecería a lo que la corona mandase. 

Quizás esa fuera la razón, porque en el momento más duro, más difícil, solo equiparable al lecho de muerte, la única persona que venía su mente era ella, la esposa de su buen amigo. 

Un mes después de aquel día, el marqués pudo volver a Versalles, donde el invierno lo había teñido todo de blanco y las suaves telas habían pasado a ser terciopelo. El adulto salió del carruaje, iba vestido con un precioso traje azul marino, sus cicatrices aún estaban sanando y su cuerpo necesitaba descansar urgentemente. Bajó del carruaje, algo cabizbajo pues parte de su mente aún seguía allí, caminaba a paso tranquilo, ni tan siquiera estaba disfrutando de las hermosas vistas que Versalles ofrecía. Sin embargo, sí que hubo algo que le hizo levantar la cabeza y mirar al frente. 

-Me gustaría poner otro rosal ahí, de color blanco, creo que quedará precioso.

-Tiene razón, su majestad, lo haremos lo más pronto posible. 

María. (TimePrincessGame) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora