El primer baile

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Habían pasado seis meses desde la llegada de María a Versalles. Durante los primeros meses el interés de las personas más cercanas en si habían consumado el matrimonio eran agobiantes, pero con el tiempo empezaron a meterse de nuevo en sus asuntos, y María comenzó a comportarse como si Versalles fuese su hogar.

Estaba subida en un taburete, Gabrielle, madame Deniau, Leonard y sus dos damas de compañía extras la ayudaban a ponerse como todos los días un amplio, gigante y pomposo vestido, de color violeta esa vez.

-No se preocupe alteza, a mí también me costó quedarme embaraza de mis hijos y finalmente vinieron mellizos. Dios tiene los planes en sus manos.-hablaba madame Deniau.-Si me disculpan, iré a por los nuevos zapatos.

María rodó los ojos mirándose al espejo, Gabrielle buscaba el abanico perfecto para aquel caluroso día de verano.

-¿Seguís sin...?-preguntó Gabrielle.

-Sí, seguimos sin consumar, como todos los días.-respondió María rodando los ojos.-Así que no tengo ningún riesgo de embarazo, deberíamos encargar una botella de champan.-propuso mientras se probaba varios sombreros para protegerse del sol.

-Quizás su alteza venga agotado de sus tardes de caza. Lo que debe hacer, madame, es atar a su marido a la cama con las sábanas y no dejarlo salir en toda la noche.

-¡Leonard!-rió Gabrielle.

-Hablo desde mi experiencia, Chandler me hizo eso un día y al día siguiente fue el guardia más elegante de todo Versalles y yo diseñé tres vestidos nuevos.

Ambas chicas rieron, a pesar de ser creyentes, la homosexualidad de Leonard no era algo que las incomodase en absoluto, para ellas era como una más del grupo, pues los tres solían pasar mucho tiempo juntos. Pero intentaban evitar el tema con la gente de la corte y dejar sus conversaciones para un ámbito privado.

-He empezado a perder la fe, creo que voy a robarle el mono a Madame du Barry para adoptarlo.-bromeó María.

-¿Iremos hoy al baile?-preguntó Leonard mientras cosía la falda de la delfina.

-¿Para tener que escuchar a mi suegra postiza, mi querida Adelaide? No, gracias, estoy servida de cenas y cotillones familiares.

-No me refería a ese, me refería al baile de máscaras que se celebran en París. Esos donde la nieve se encuentra en cada centímetro y las damas van solo vestidas con el corsé. Cuando seáis reina será mucho más difícil escabullirnos hasta esos sitios.

-Creo que es la mejor idea que habéis tenido en toda vuestra vida mi querido Leonard.-rio Gabrielle.

Ambos miraron a María como dos niños que pedían permiso para llevarse un perro callejero a casa, y ella como buena madre suspiró mirando a otro lado.

-Mi marido detesta las fiestas, es de los que se acuesta temprano y pasa el día leyendo. Dudo que quiera venir, iré a buscarlo para preguntarle. Tengo que ir a visitar a varios nobles y a mi abuelo, así que os haré llamar después el atardecer. Gabrielle, no te preocupes, sé que tienes obligaciones que atender, iré con mis damas.

Tras una breve despedida y calzarse los nuevos zapatos, la reina salió de la habitación acompañada de sus damas, llevaba un vestido adorable y elegante combinado con un tocado y unos guantes de encaje. Caminaba hacia el despacho de su marido, pero algo llamó su atención antes.

-¿Layafette?-preguntó mirando a aquel alto señor.

El marqués se giró sobre sus talones para mirarla, varios de sus criados llevaban mucho equipaje a uno de los carruajes y él había sustituido sus incómodas vestiduras por un traje más cómodo, como si fuese a involucrarse en un largo viaje.

María. (TimePrincessGame) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora