María. (TimePrincessGame) Terminada.

Feliz cumpleaños María II

La selva

El baile de los reyes incitó a que los caballeros le pidieran bailar a las damas durante toda la noche, como indicaba la tradición de los bailes en Versalles. Aunque aquellas cuatro paredes probablemente contenían al menos una cuarta parte de la riqueza mundial basado en el patrimonio de los allí presentes, no se diferenciaba demasiado de una escena en el mundo salvaje.

Las muchachas solteras acompañadas y hasta vigiladas por sus familias estaban vestidas con lujosos vestidos, joyas y plumas por toda su cabellera, como si fuera un pavo real intentando llamar la atención de una hembra. La mayoría se mantenían tímidas y nerviosas por la situación, algunas de ellas se veía a leguas que solo buscaban un marido rico que las mantuviera debido a una mala situación familiar. Por otro lado, estaban los hombres mayores solteros, aquellos que habían dedicado su vida al juego y el vicio que buscaban asentar la cabeza a sus largos cuarenta y tantos, aquellos parecían buitres esperando a que la presa expulsase su último aliento para atacarla.

-Iré a por algo de beber. Tu hermano querrá bailar contigo.

Auguste se despidió de la reina con un suave apretón de manos, se alejó del baile para mantenerse algo más atrás y poder charlar con los distintos invitados. Pero antes de que nadie pudiera acercarse a él, no podía faltar el animal más despiadado y sanguinario de todos, no, no era ese el león, sino la serpiente, un animal que se acercaba con cautela y silencio a su presa y la asfixiaba hasta morir.

-María está hermosa hoy.-siseó la adulta.

El joven giró levemente el cuello para verla, la adulta se contoneó hasta colocarse al lado de su sobrino. Tal y como se explicaba en el primer libro del Antiguo Testamento, nunca había que oír a la serpiente, pues sus intenciones jamás eran buenas. Pero el joven aún era demasiado inocente e inexperto como para oír los consejos que debía e ignorar los que envenenaban sus oídos.

-María siempre está hermosa.-respondió después de coger una copa de champán de la bandeja de plata que uno de los criados le traía cada vez que él solo levantaba la mano.

-Eso es cierto, querido. María es una joven muy hermosa naturalmente. Siempre lo ha sido.

Aquellos cumplidos eran como dardos envenenados, un trampantojo de palabras que Auguste no sabía percibir a tiempo y que sin darse cuenta iban intoxicando su visión, como el veneno de la serpiente entrando en la sangre de su víctima.

María observaba a los demás invitados, aunque era la reina, no parecía más que un pajarillo enjaulado, había quién la llamaba así, aunque ese animal prefería quedarse en las sombras de Versalles y observar en silencio desde un lugar seguro como un lobo que analizaba el terreno y atacaba solo cuando era necesario.

Sin embargo el pajarito agarró su abanico sabiendo que debía aceptar los bailes por orden de títulos, aunque su hermano era la persona con la que más tenía ganas de bailar, él se encontraba bailando con su esposa, se miraban de una manera tan encantadora que derretiría el corazón de cualquiera. Varios nobles se acercaron a ella con cautela, aunque eso no era lo que ella quería, sabía que no tendría más remedio que aceptar.

-Majestad, ¿Me concedería este baile?

La voz resonó en su mente y calmó sus nervios en un solo segundo. Fue como definir la palabra hogar, la joven se giró para volver a verlo, el adulto estiraba la mano a la espera de su respuesta, su brazo contrario se encontraba detrás de su espalda. Ella sonrió, aún podía hacer como la que no había percibido la propuesta de los demás invitados. María también estiró su brazo para agarrar su mano.

-Marqués de Lafayette.-respondió sonriendo.

Acortaron la distancia entre ambos y el adulto rodeó su cintura con los dedos mientras la otra mano la colocaban a una distancia media entre ambos. La música volvió a sonar y el baile volvió a comenzar, aunque el marqués no era el mejor bailarín del mundo, los dos hacían una pareja peculiar, como si tuvieran cierta química que balanceaba los movimientos y creaba un espectáculo visto por todo Versalles con especial atención.