Arrebato

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Tristemente, el marqués de Lafayette no llegó a la boda de la nueva pareja en Versalles, una que rebosaba amor y pasión... Por todas partes. Pues incluso se habían llevado alguna regañina de parte de Madame Adelaide por ser demasiado explícitos, y en cuanto la duquesa quedó embarazada las miradas de tensión y la culpa volvieron a María como un boomerang, Gabrielle había dado a luz por lo que no volvería a Versalles en algún tiempo. La salud del rey empeoraba por días, tanto que habían comenzado los preparativos para la futura coronación.

María paseaba por los pasillos del palacio acompañada de sus damas mientras indicaba algunos leves cambios que harían el pasillo lucir de mejor manera y el encargado de diseñar el interior la escuchaba atentamente.

-Nunca me convencieron las orquídeas, creo que en verano podíamos poner margaritas y en invierno las rosas blancas siempre he pensado que son un acierto.

-Tenéis razón, madame. 

-Su alteza real, también debemos hablar de vuestro cumpleaños, su vestido debe ser más adecuado y...

-Sí, necesito que vuelvas a tomarme las medidas.-interrumpió María pues no quería volver a escuchar el mismo discurso de madame Deniau. 

María siguió caminando hasta que vio un hombre alto, en un principio no le reconoció, pues había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron. Aquel hombre se giró sobre sus talones y miró hacia la chica que había dejado de ser una niña para convertirse en una mujer. 

-Alteza.-saludó el marqués en una profunda reverencia.

-¡Marqués de Lafayette! Me alegra veros bien, sano y salvo.

-Gracias, el placer es mío.

Conversaron durante algunos minutos, las ojeras del marqués se marcaban más que nunca dándole un aspecto cansado e incluso amargado. Pero realmente parecía feliz de verla, también estaba notablemente más delgado. Su conversación acabó en seco cuando las puertas se abrieron de par en par, Auguste salió de su despacho corriendo y sus ojos se toparon con los de María, algunos criados no tardaron en llegar hacia la joven pareja. Luis Auguste agarró las manos de su esposa con los ojos preocupados. 

-Luis XV, ha fallecido.-indicó una de las jefas de planta. 

Todo el mundo quedó quieto, estaba nervioso y no sabía qué hacer. El primero en reaccionar fue Lafayette que se posó sobre su rodilla a modo de reverencia siendo seguido por todos. 

-Sus majestades, quedo a su enterísima posición.-prometió el adulto.

Auguste agarró la mano de su esposa con fuerza y cogió aire mientras intentaba controlar la ansiedad de manera tranquila.

-Que Dios nos guarde, somos muy jóvenes para reinar.-susurró el joven. 

Los preparativos de la coronación eclipsaron cualquier tipo de celebración, junto a los preparativos de navidad y los de año nuevo el tiempo pasó corriendo, María cada vez se sentía más alejada de Francia, de su marido y de sus responsabilidades de reina, las noches de juego y champán robaron toda importancia de todo lo demás, dejó de leer con atención las cartas de su madre que le rogaban lo mismo que en todas las anteriores, solo que en ese momento todo era más difícil, su marido tenía entonces el triple de obligaciones que antes, se pasaba el día en reuniones y el tiempo libre lo dedicaba a cazar y a su taller. Apenas podían estar juntos en dos comidas al día. 

María caminaba aún con los ojos pegados debido a las pocas horas de sueño. Se sentó al lado de su marido para desayunar, bebió su copa de agua como si del santo grial se tratase, algo que hizo que Auguste riera. 

María. (TimePrincessGame) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora