Rohan

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Una semana después, todo se preparaba para el gran desfile. Este no era más que propaganda para los reyes de Francia y una manera de limpiar el nombre de María. Un desfile que se haría en las calles de París terminando con un gran banquete que María había financiado. Eso les daría el tiempo suficiente para prepararlo todo antes de anunciar la noticia del cuarto embarazo de la reina.

Gabrielle apretaba el corsé de María, ella era le única que lo haría sin miedo y por eso le encargaba la tarea a su mejor amiga. La duquesa colocaba el pie en su cintura y tiraba con fuerza hasta dejarla en el tamaño deseado por la reina.

-Aprieta.-ordenó María, su voz sonaba ronca debido al esfuerzo y sus mejillas estaban en un tono mucho más rojo que de costumbre.

-Si sigo haciéndolo voy a lastimar al bebé, María.-se quejó Gabrielle en un susurro para que la información no volase hacia oídos ajenos.

La joven consiguió dejarlo como de costumbre y lo ató rápidamente en un rígido lazo. Ambas suspiraron debido al esfuerzo y María se miró al espejo. Ese bebé se estaba haciendo notar desde el primer día, pues la joven apenas estaría casi dos meses, desde la última vez que se acostó con su esposo.

-No vas a poder ocultarlo durante mucho más tiempo si sigues así. No recuerdo haberte visto nunca los pechos tan grandes. Aunque he de decir que la barriga no te ha crecido ni un milímetro.

Pues aunque todos los demás síntomas como los vómitos, fatigas y cansancio, se hacían notar con fuerza, la barriga apenas le había crecido.

María suspiró y asintió con la cabeza dándole la razón a su amiga. Si seguía así, apenas le cabría el uniforme militar que Leonard le había confeccionado. Prefirió un vestido algo más holgado para terminar las reuniones. Estas eran muy incómodas, tenía que ver a Gilbert en todas ellas y ninguno de los dos se molestaba en mirar al otro. Quizás era para no sufrir, o quizás la culpa se los comía teniendo que pagar el castigo de mirarse, hablarse y tocarse en ciertas ocasiones, sabiendo que no volverían a besarse ni abrazarse nunca más.

-Gracias, Gabrielle. ¿Vendrás al desfile?

Esta asintió con la cabeza agarrando sus manos, los niños estaban con sus institutrices y ellas llegarían al despacho después de que los hombres terminasen de discutir asuntos más importantes que Auguste prefería no comentarle a su esposa.

-No me lo perdería. No me creo que hoy sea nuestro último día en el Petit.-decía la joven mientras caminaba por la habitación de María.

-No podíamos seguir aquí para siempre. Aunque no debes preocuparte, en cuanto mi hijo se case pienso mudarme aquí para siempre y sabes de sobra que tú estarás conmigo.-soñaba la reina.

-Para eso aún queda mucho. ¡Pero sabes que te acompañaré al fin del mundo, María!

Las mujeres bajaron las escaleras para tomar una taza de té mientras los sirvientes se encargaban de su equipaje. Ninguna de las dos hablaba, y eso era extraño, Gabrielle movía la cucharilla sobre la taza, como si la leche y el té no se hubieran mezclado ya suficiente.

María sentía una cierta tensión entre ellas. Y no le extrañaba, no le había contado nada sobre Lafayette, aunque la duquesa era la única persona de confianza, lo cierto es sentía que contarlo reviviría todo lo que sentía. Pero sabía también que Gabrielle se merecía saberlo, había estado a su lado todos los días desde que llegó al palacio.

El tintineante y agudo sonido de la cucharilla revotando con la porcelana la ponían cada vez más nerviosa, María intentaba relajarse realizando respiraciones, Gabrielle tenía la mirada perdida y no parecía darse cuenta del ruido. María podía incluso escuchar su propia respiración, el sonido rebotaba en sus oídos haciendo que le costase cada vez más respirar.

María. (TimePrincessGame) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora