El error

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Advertencia: Este capítulo contiene contenido adulto.

Un par de gotas de lluvia impactaron contra el cristal, el ambiente húmedo y frío de la noche ya había anunciado que sería una noche gélida y que el jardín se empaparía por la lluvia. 

Pero el ambiente de fuera no tenía nada que ver con el de aquella habitación, las manos de María recorrían a su marido por el cuello, el pecho y la nuca. La casaca cayó de sus hombros quedándose en el suelo, las manos de Auguste pasaban por su cintura y espalda. 

Dieron un par de pasos tanteando el terrero que tan conocido se tenían, Auguste calculó la distancia con sus talones y se dejó caer sobre el colchón sin soltar a su esposa haciendo que esta acabase a horcajadas sobre él. La joven tuvo que rodear su cuello con fuerza para no alejarse ni un centímetro. 

Pero tuvieron que alejarse para ponerse en una postura más cómoda, María observó a su marido desde su posición, sus labios seguían entreabiertos esperando que sus boca se uniera de nuevo con la suya. Los pocos vellos que tenía en el pecho, debido a que su marido era prácticamente imberbe, asomaban tímidamente en el cuello de su camisa casi completamente desabrochada.

-Te he echado de menos.-susurró el joven volviendo a unirse con ella. 

María colocó las manos en sus mejillas acariciándolas con lentitud, sentía como las manos de su esposo viajaban hasta su corsé, pues este se sabía como si fuera una orden qué hacer para que su mujer se volviese loca sobre las sábanas y así tenía claro que lo haría. Desabrochó su corsé dejando su cintura y su pecho libres de aquella incómoda rigidez. Colocó inmediatamente las manos en su cadera agarrándola con una fuerza que su esposa desconocía dejándola justo sobre su erección. Habían pasado tanto tiempo separados que su pene no había tardado nada en estar listo para la acción con solo unos besos.

Un pequeño gemido se escapó de los labios de la reina al sentir la hombría de su esposo empujando la suya a través de las finas capas de ropa.

Auguste se separó de ella acercándose a su cuello para besarlo con calma bajando hasta sus clavículas. La joven agarró la nuca de su esposo pues su cuerpo tenía memoria y sabía perfectamente hacia donde se dirigía. El joven mordisqueó con algo de más fuerza su cuello haciendo que su piel se estremeciera. 

-Yo también a ti.-confesó la joven. 

María quitó la peluca de la cabeza de su marido, esta salió sin ningún problema debido a que el débil pegamento que se utilizaba para pegarla a su piel se había despegado con el agua. Al hacerlo de dio cuenta de que el joven había cortado mucho su pelo, a pesar de que lo normal en Versalles era que los hombres llevaran el pelo hasta por debajo del pecho, su cabello había quedado tan corto como un niño para que fuera más cómodo poner su peluca. Algo que a María lejos de disgustarle le había encantado. 

Auguste agarró sus pechos con algo de fuerza mientras acercaba su cuerpo al suyo con fuerza, el joven besó su pecho y succionó sus pezones incrementando su fuerza a medida que los suspiros de su esposa pasaban a ser gemidos y estos acabaron transformándose en jadeos. Verla así era una completa adicción para el rey, sentir como su corazón martilleaba su pecho con fuerza al sentir como ella movía las caderas sobre sus genitales era algo que lo enloquecía hasta un punto que apenas se conocía. 

Pero María no iba a dejarse tocar, ni a dejar que el hicieran el amor sin haberle tocado ella primero. Con un suave movimiento dejó algo de distancia entre ambos bajando sus manos hasta su cinturón de cuero y plata, solo el suave roce de sus dedos sobre su entrepierna lo hicieron suspirar. Auguste ayudó con sus manos a deshacerse del pantalón, pero María no había acabado, quizás fuera su reciente experiencia sexual con otra persona lo que la había animado a explorar, a dejarse llevar de una manera que ni ella misma llegaba a reconocerse. Pero tenía más que claro que no iba a conformarse con el sexo de forma estudiada como se habían acostumbrado por simple comodidad en los últimos años. 

María. (TimePrincessGame) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora