El baile de máscaras

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María se probó el vestido realizado por su buen amigo Leonard, dio una vuelta sobre sí misma y se miró en el espejo. Todo iba a conjunto, el pelo, la máscara, los accesorios y las medias.

-Estás preciosa.-dijo Gabrielle posando una mano en su vientre.

-Gracias. ¿Segura de que no quieres venir?

-No, tranquila, disfruta, he oído que el conde Fersén estará allí. Ten cuidado con él, le gustan mucho las mujeres muy hermosas y eso es justo lo que tú eres.

La belleza y el carisma del conde no era algo oculto en Versalles, todas las mujeres hablaban de él casi como una leyenda, algo que llamaba particularmente la atención de la joven. María colocó una mano sobre el enorme vientre de su amiga y asintió con la cabeza.

-Te lo contaré todo, descansa, dile a tu marido que duerma en el sofá de tu habitación.

Gabrielle rio y ambas se dieron un abrazo como despedida acompañada de un beso volado desde la distancia.

María se bajó del carruaje, era la primera vez que acudía sola a un baile, aunque quizás así no llamaría tanto la atención. Caminó hacia dentro de la gran mansión. Todo el mundo bailaba y se divertía.

El majestuoso salón de baile estaba brillantemente iluminado, el aroma de los exquisitos platos y el vino refinado embriagaba el aire. Las damas vestían sus mejores galas y los caballeros lucían realmente encantadores, la charla entre todos parecían ser muy animadas. María pensó que la gente se relajaba mucho más cuando podía ocultar su identidad tras una máscara.

María agarró su abanico entre sus dedos, notó una presencia justo delante suya, era un hombre alto, indiscutiblemente guapo y con una sonrisa que eclipsaría hasta al mismísimo Adonis.

-Buenas noches, madame.-saludó con una reverencia.

Sin duda, era el conde Fersén, sus ojos azules se colaban a través de la máscara y la observaban directamente a ella, quizás la había reconocido, pero no podía darse por vencida, había ido a divertirse.

-Mi señor.-saludó la joven.

-No esperaba verla hoy aquí, parece ser que la vida ha decidido premiarme.-sin ninguna duda, la había reconocido.

-¿Sabe quién soy?

-Nos vimos ya hace muchos años, era usted aún una princesa, solo tenía catorce años, ahora tiene diecinueve, el tiempo ha pasado muy rápido y todos mis intentos por conocerla se han visto siempre interrumpidos por algo.-se acercó a ella y agarró su mano.-Pero sería un idiota si me permitiera olvidar su sonrisa, majestad.

Lo último lo susurró tan cerca de ella que María se puso roja de la vergüenza, nunca antes la habían cortejado de una manera tan sensual y directa. Tartamudeó un poco y el joven sonrió volviendo a besar sus nudillos.

-Yo... He oído hablar de usted.

-Vaya, han llegado a sus oídos los rumores sobre mi persona. Espero que no les hayan incomodado y que... Eso no sea razón para no darme una oportunidad... Porque le juro majestad... Que daría lo que fuera por pasar una noche con vos.

El tono de Fersén era adictivo, pero María se sintió demasiado abrumada, además de que no podía evitar sentir una gran culpa sobre sus hombros, era una mujer casada y el conde un mujeriego, aquello no estaba bien, lejos de saltarse todas las etiquetas y protocolos versallescos, no era moralmente correcto, la culpa saltó sobre sus hombros como una garrapata. Soltó la mano de su agarre suavemente y las colocó una sobre la otra justo encima de su ombligo.

-Si me disculpa, me reuniré con usted más tarde, debo... Saludar a más personas.

-Espero que recuperemos estos minutos mi hermosa dama.-se despidió el joven.

María. (TimePrincessGame) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora