Je te laisserai des mots

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María estiró con cautela su mano hacia la mano de su esposo, este acercó su cuerpo al suyo para rodear su cintura y como tantas otras veces, bailaron. Apenas habían hablado en todo el día, tampoco lo hicieron en el baile. Pero sus ojos sí que hablaron, los de ella expresaron temor, confusión y preocupación. ¿Qué estaba pasando dentro de su mente? Ni siquiera ella misma estaba segura. Un torbellino de emociones protagonizados por la culpa y el enorme cargo de conciencia se movía a sus anchas en su pecho. 

Y los de Auguste expresaron algo distinto, los suyos dijeron, "pase lo que pase, estoy aquí", pues expresaron amor, cariño y confianza. 

Justo en ese momento, la lluvia finalizó. 

La canción acabó y ambos se quedaron quietos mirándose, Auguste levantó la vista hacia los invitados, los que no bailaban parecían realmente confusos ante el comportamiento de sus majestades, viéndolos de manera tan humana. Al violonchelo se le unió un alegre ritmo de piano y el contraste de las agudas notas de los violines indicando que era hora de pasarlo bien. Los jóvenes se separaron a la vez y sin decir nada, se alejaron volviendo a su lugar. María agarró una copa de champán que bebió de manera rápida antes de que sus damas se acercaran a ella.

-Vaya, con lo callado y paciente que parecía.-escuchó la voz de su hermana Isabel.

-¿Ya vas borracha otra vez?-preguntó de la forma más amigable que pudo. 

-Mi querida María Antonieta, yo nunca he dejado de estar borracha desde el día que probé mi primera copa de vino.-rio la adulta agarrando su brazo.-¿Me recomiendas bailar con algún muchacho de los de por aquí?

-Si me disculpas, prefiero ir a dar una paseo. Puedes bailar con Max, antes de que alguna chica lo engatuse.-bromeó María. 

María se zafó del agarre de su hermana con delicadeza para dirigirse al jardín, pues quizás el aire frío y húmedo era lo que necesitaba. 

-Si su majestad me lo permite, me encantaría acompañarla.-anunció Gabrielle acercándose a ella. 

Aquello era todo lo que necesitaba, desahogarse con su amiga más querida y conocida. Ambas caminaron agarradas del brazo hasta el jardín. Cogieron un chal de piel antes de salir fuera del salón pues aquella noche sería un anticipo del invierno que estaba por venir. Las jóvenes se acercaron hacia la fuente, su lugar favorito para pasear y junto al sonido del agua suspiraron de frío. 

-¿Vas a contarme qué te pasa?

Gabrielle tenía buen ojo, María estaba segura de que era capaz de saberse todos los secretos de palacio sin que nadie se los contase, solo con su intuición era más que suficiente. 

María miró hacia otro lado y suspiró. ¿Por dónde podía empezar? Todas las sensaciones y emociones que había encerrado a la fuerza como en una maleta que estaba más llena de lo previsto, salieron a flote como un cañón atacando directamente a su pecho, el cual sintió con una enorme presión.

-Ni yo sé qué ha pasado, mi querida Gabrielle. No sé ni por donde empezar. 

Gabrielle la miró y tras un par de segundos rodeó su brazo de manera más cariñosa apoyando su mano sobre su muñeca. 

-¿Qué te parece por el principio?-bromeó ligeramente la joven mientras sonreía. 

Aquello consiguió sacarle una pequeña sonrisa a la reina que tras un largo suspiro comenzó a hablar. No supo durante cuanto tiempo habló, pero los ojos de su amiga se iban agrandando cada vez más. 

-Llovía tanto que tuvimos que hospedarnos en la casita de campo, ni siquiera sé como pasó. 

-¿Os besasteis?-preguntó la joven llevando una mano a su pecho. 

María. (TimePrincessGame) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora