d'Eon

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Advertencia: Contenido sensible.

Auguste conocía a su esposa, sabía las cosas que le gustaban y se sentía realmente orgulloso de como había avanzado su relación. A María le gustaban los cisnes, le parecía un animal muy elegante. También le gustaban las flores, sobre todo las rosas blancas, adoraba los atardeceres donde el cielo se quedaba teñido de un hermoso color rosa y prefería mil veces lo dulce que lo salado. Era por eso que desde que María comenzó a formar parte de la familia real decidió quitar uno de los entrantes y añadir un postre más. Inconscientemente la tenía en todos los pensamientos del día aunque fuera de manera inintencional.

También sabía que prefería el sexo en las mañanas que en las noches, sabía que los besos detrás de la oreja cuando abrazaba su espalda y que subiera las piernas a sus hombros eran de las cosas que más la excitaban.

Fue por eso que en cuanto abrió los ojos, lo primero que hizo fue mirar hacia abajo, pues su esposa se encontraba durmiendo en su pecho, su pierna estaba sobre su estómago y su brazo descansaba alrededor de su cuerpo, siempre solían echarse a dormir separados, pero en la noche María siempre necesitaba dormir abrazada a algo y a él se le derretía el corazón cuando sus brazos le buscaban en la madrugada. Casi de manera inconsciente besó sus labios agachando la cabeza, la joven abrió los ojos con suavidad y volvió a cerrarlos fruto del cansancio.

Auguste rio ligeramente y acarició su espalda mientras acercaba de nuevo los labios con los suyos. Decidió levantarse para darle algo de espacio y pudiera despertarse más cómoda.

La joven comenzó el día dándose un baño relajante, el agua estaba decorada con pétalos de rosas, era con diferencia uno de sus momentos favoritos del día, uno donde la dejaban a solas para relajarse y disfrutar, por lo que le sonó extraño cuando sintió la puerta abrirse, el sonido de unos pasos se acercaban a ella quien se encontraba dándole la espalda a la puerta.

-Madame Deniau, sé que tengo que ir a saludar a madame Adelaide, pero me gustaría quedarme unos minutos más aquí.-dijo María con voz baja mientras cerraba los ojos y dejaba caer la cabeza hacia atrás.

Pero aquella persona no desapareció, sino que por el contrario se apoyó en el borde de la bañera acariciando el cuello de María con suavidad.

La joven se giró rápidamente asustada por el tacto, respiró aliviada cuando observó a su esposo riendo debido a su reacción, aún no le había dado tiempo a vestirse, su pelo se veía cepillado, pero no estaba arreglado para una peluca, lo llevaba suelto dándole un aspecto desenfadado. También llevaba una camisa de satén blanca que solía llevar debajo de la casaca de verano. Llevaba un pantalón de la misma tela y se encontraba descalzo.

-¿Te he asustado?-preguntó el joven agarrando el pañuelo que estaba atado a su cuello y desatándolo con suavidad.

-No sabía que vendrías, podías habérmelo dicho y habría tardado menos en el baño, su majestad.-respondió María mientras miraba hacia arriba para poder ver a su esposo.

-Quería encontrarte así.-explicó el joven mientras volvía a levantarse para colocarse cara a cara con su esposa.

María llevaba un pequeño camisón de algodón que hacía que todas las partes de su cuerpo se trasparentasen. La joven se hundió hasta el cuello en el agua levantando las rodillas para deslizarse hacia abajo.

-¿Porqué, quieres entrar?-bromeo la joven.

Auguste puso un gesto de estar pensando torciendo los labios hacia abajo mientras colocaba la mano sobre una de sus rodillas. El joven comenzó a bajar la mano de manera juguetona por sus rodillas mojando así su camisa.

-¿Crees que podría?-preguntó el joven mientras reía ligeramente.

Auguste colocó la mano en el fondo de la bañera mientras que con la otra mano dejaba el pañuelo de seda sobre el suelo. María rio levantándose ligeramente para dejarle más espacio mientras colocaba ambas piernas hacia el lado. El joven entró finalmente en la bañera colocando las rodillas abiertas pues tenía las piernas de su esposa entre ellas mientras que con sus brazos se agarraba al borde de la bañera. Ambos se miraron mientras reían pues Auguste era demasiado alto como para caber junto a su esposa en aquella bañera. El agua caía desbordada por el borde como una cascada.

María. (TimePrincessGame) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora