XXXVI - Nuevos términos.

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Hacía frío en la floristería

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Hacía frío en la floristería. En cuestión de horas su lugar favorito en el mundo se había colmado de llantos y de dolor.

Deseaba con todo su corazón que Saeran tuviera razón, que de verdad hubiera una forma de salvar la floristería de su madre. Desgraciadamente, una parte de su cerebro obligaba a la muchacha a poner bien los pies en la tierra, firmes y pegados al suelo, donde los deseos eran solo eso, deseos irreales.

Saeran entró en la floristería con un semblante serio. Erin había estado esperando sin volver a llorar, como había prometido. Aunque ganas no eran las que le faltaban.

Erin se levantó de la banqueta y corrió hacia los brazos de Saeran. El albino ya no se sorprendió, la abrazó de regreso y esperó a que ella se separara de su cuerpo para darle la noticia.

-¿Cómo ha ido? -Preguntó ella. Sus palabras estaban cargadas de temor. -¿Bien?

-Mas o menos.

Las lágrimas de sus ojos amenazaban con salir. Saeran se dio cuenta de ello.

-No te pongas a llorar otra vez, Erin.

-No estoy llorando. -Gruñó. Parpadeaba a toda velocidad-. No estoy llorando porque me has dicho que no lo haga.

Saeran sintió el impulso de abrazarla otra vez, quizá de no separse de ella mientras aquellas lágrimas de cristal se agolpasen en sus preciosos ojos. No obstante, no la tocó. No podía permitírselo, porque tenía la certeza de que si lo hacía, no habría vuelta atrás.

-Cuéntame todo, por favor...

-Tengo el dinero.

Lo soltó de golpe. Se disponía a explicarle cual era la condición bajo la que lo había obtenido, pero Erin no necesitaba nada más. Empezó a llorar, no podía evitarlo después de haberle oído decir aquello. Esta vez de alegría, esa era la clara diferencia.

-Sabía que lo conseguirías. -Tomó sus manos-. Porque nunca haces nada innecesario, pero cuando te propones algo siempre lo llevas a cabo.

-No exageres. -Farfulló. El rubor de sus pómulos confirmaba que se lo había tomado muy bien. Carraspeó su garganta-. Erin, tienes que saber algo más. Es acerca de la condición por la que he obtenido el dinero.

La felicidad de la muchacha colapsó por un momento cuando los ojos, a su parecer, grises se colmaron de seriedad.

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El amor a través de ti - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora