LXXIII - Lazos de sangre

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Saeyoung suspiró

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Saeyoung suspiró. Le secaba el pelo con una pequeña toalla mientras Melissa preparaba chocolate caliente.

—¿Me vas a decir que ha ocurrido?

Sus pies le habían arrastrado hasta allí. Como el niño asustado que era, había corrido a esconderse tras la sombra de su hermano.

—Está bien. No me cuentes nada. —Dejó la toalla encima de la mesa y empezó a desabotonar la camisa de Saeran—. Pero sabes que me preocupo por ti, Saeran. Y que sea lo que sea puedes contármelo.

Parecía apático, inmutable. Como si hubiera perdido el interés por todo otra vez.

—¿Te has tomado la medicación?

Negó con la cabeza, todavía con esa actitud de mutismo.

—¿Cómo? —Saeyoung intentó no sonar alterado—, ¿desde cuando?

—Solamente hoy.

Saeyoung le ayudó a quitarse la camisa. No quiso hacerlo al llegar. Estaba en un estado de histeria, demasiado nervioso como para poder dialogar o ponerle las manos encima. Por suerte ahora estaba más tranquilo, y podía aprovechar para quitarle la ropa mojada.

—No pasa nada. Pero no puedes olvidarte de algo tan importante.

Saeran levantó un poco la mirada.

—No... —Su hermano paró y dejó de desvesrirle—, no lo olvidé. Quería entenderlo más claramente... porque estaba bloqueado y no podía.

Melissa entró en la sala de estar con dos tazas humeantes.

—Os he traído el chocolate.

Saeyoung inspiró profundamente y se rascó la nuca.

—No hemos terminado así que déjalos en la mesa y no te preocupes.

—Muy bien. —Las depositó en la mesa de cristal—. Llámame si necesitas algo.

—Gracias.

Saeyoung meditó unos instantes. Saeran no hizo el amago de tomar la taza caliente.

—Tómatelo. Después hablaremos.

 Después hablaremos

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El amor a través de ti - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora