LXIII - A la carrera

409 63 2
                                    

Saeran cumplió la tonta promesa que le había hecho a Erin, y solamente cuando la tarta se enfrió lo suficiente, se atrevió a probarla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Saeran cumplió la tonta promesa que le había hecho a Erin, y solamente cuando la tarta se enfrió lo suficiente, se atrevió a probarla. Estaba dulce, y su textura era suave y cremosa. Lejos de lo que habría esperado, el pastel no sabía solamente a calabaza. Pudo notar el sabor de la canela, y en menos medida, el regusto de la nuez moscada. 

Entre tanto, Erin tragó saliva. Se sentía como una aspirante de un programa de cocina justo antes del veredicto del chef experto. Y era terrible, porque los segundos transcurrían como horas Mientras Saeran masticaba. Sus pensamientos se agolpaban: «¿Estará bien? Tal vez debería haberla probado primero». Intentaba escrutinar una posible respuesta por medio de las expresiones de Saeran. Aunque no era fácil. Normalmente estaba serio, y cuando la florista empezaba a dudar de si misma, le era imposible leerle a él.

—¿Estás segura de que quieres seguir en la floristería?

Sus palabras tomaron completamente por sorpresa a la chica, que contestó medio aturdida.

—Claro que sí. —Jugó con sus manos—. ¿A qué viene eso?

—A nada. Simplemente me lo preguntaba, ya que fácilmente podrías abrir una pastelería. —Hincó el tenedor en el pastel—. Está riquísimo. ¿Dejarás que me lleve un poco a casa?

Él sonrió. Su expresión era relajada, amable y serena. A Erin se le aceleró el corazón. Una voz dentro de su cabeza gritó un «¡Sí!» que retumbó. Esa era una victoria para la que no estaba preparada.

No estaba preparada para reconocer que tan solo una sonrisa de Saeran bastaba para desequilibrarla.

—Por supuesto.

—Entonces, ¿abrimos una pastelería?

—¡Ni hablar! —Se levantó y agarró el plato del pastel—. Mejor olvídate de la tarta. ¡Piensa en las flores!

A lo que el chico sonrió de lado.

—Nunca dejaría de pensar en ellas. —dijo mirando en su dirección.

Erin se dio la vuelta, antes de que sus mejillas coloradas fueran la señal definitiva de que Saeran la ponía nerviosa.

Y es que era así: Saeran la ponía nerviosa. Tanto, que su corazón iba a la carrera.

 Tanto, que su corazón iba a la carrera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El amor a través de ti - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora