XLI - ¡Adiós, puntas!

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Saeran se peinó los mechones blancos hacia un lado

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Saeran se peinó los mechones blancos hacia un lado. Después de su magnífica idea —y pensaba que había sido de todo, menos magnífica— custodiaba la puerta de atrás de la floristería. No se atrevía a dar el paso.

Lo peor de todo era que sabía que Erin le estaba esperando. Esa era la espina que tenía clavada en el corazón. Ya tuviera un huracán en el estómago o un terremoto en la cabeza, no podía quedarse fuera para siempre.

Así que Saeran se obligó a entrar por la trastienda, su pulso se relajó cuando no divisó a nadie allí. Probablemente Erin estuviera ya en el interior, preparando el lirio del valle para su apertura.

Saeran se colocó el delantal azul y se armó de valor para cruzar las fronteras de la trastienda. Pérdida entre macetas y tiestos, una muchacha de cabellos castaños se dio la vuelta al escuchar sus pasos.

 Pérdida entre macetas y tiestos, una muchacha de cabellos castaños se dio la vuelta al escuchar sus pasos

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El edit me lo ha hecho TheLastStar14
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Aunque al principio se giró sorprendida, Erin en seguida sacó de paseo esa sonrisa tan bonita que tenía. Saeran se había puesto el delantal azul, ese que en principio detestaba tanto como oír hablar de su hermano.

No había duda, el nuevo dueño del lirio del valle estaba cambiando. A Erin poco le faltaba para empezar a dar saltos de alegría, pues pensaba que sus frías manos por fin habían conseguido alcanzar el templado corazón de Saeran. ¿O debía ser al revés? El menor de los Choi no podía evitar creer firmemente que habían sido esas cálidas y frágiles manos las que habían derretido los helados blindajes de su corazón.

—¿Te has cortado el pelo?

Saeran le apartó la mirada, como si quedarse viéndola fijamente fuera un pecado. Que sus ojos azules pudieran contemplar directamente a un ángel sin ser castigados debía serlo, al menos.

—Sí, ¿te gusta? Creo que estaba cansada de tenerlo largo.

«Estás preciosa». Saeran se mordió la lengua para tragarse sus pensamientos y apresarlos dentro de su cabeza.

—No está mal. —Levantó la mirada. Chocó con los ojos marrones de Erin. Volvió a bajarla—. Tendré que acostumbrarme.

—Eso he pensado yo, aunque me siento mejor así.

—Te queda bien.

—Que alivio. Cuando fui a la peluquería pensé en que podría gustarte, entonces me di cuenta de que no sabía muy bien qué era lo que te gustaba...

Erin balbuceó algo que Saeran no pudo entender. El albino entornó los ojos, pero la muchacha se dio la vuelta para ocultar que estaba roja como un tomate y salió disparada hacia las macetas de dalias.

—¡Riega los bonsai!

—Pues para ser el jefe no dejo de recibir órdenes —contestó en voz alta—, muy bien, ¡voy!

—Pues para ser el jefe no dejo de recibir órdenes —contestó en voz alta—, muy bien, ¡voy!

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El amor a través de ti - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora