XXVII - Coronas de flores

1.3K 220 19
                                    

El albino no quería pensar en como se aferró desesperadamente al pequeño cuerpecito de Erin, dejando que su tacto absorbiera toda su ira

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El albino no quería pensar en como se aferró desesperadamente al pequeño cuerpecito de Erin, dejando que su tacto absorbiera toda su ira. No quería mirarla a los ojos, porque sentía que si lo hacía sería capaz de subirse por las paredes.

Entonces, ¿qué demonios hacia tan cerca de ella? Calladito como un niño con un secreto, con la mirada huidiza y la cabeza gacha.

No podía decirle que no. Ella quería distraerle, y él huir de allí. Pero, ¿como lo haría? Si era el único lugar al que escapar de todo su mal.

¿Por qué quería alejarse del único lugar seguro en todo el mundo? No tenia sentido, pero quería salir de allí.

Sus pensamientos eran tan contradictorios, sus sentimientos e incluso, sus impulsos. Tenía una molestia en el estómago que no se desvanecía aunque su hermano se hubiera ido, era inaguantable.

—Tienes que ajustar bien el tallo, ¿lo ves? Sino la flor puede desprenderse de la base, y entonces se irían cayendo todas tarde o temprano. —La muchacha se giró para observar como lo hacía él—. No me estás escuchando, ¿verdad? Así no. —Pretendió intervenir, intentado agarrar las manos de Saeran, pero este se separó de un brinco—. ¿Estás bien? Aún... ¿aún te preocupa tu hermano? —Erin volvió a acercarse a él, despacio—. Ya se ha ido, la verdad es que no creo que vuelva.

Alzó la vista. Ojos marrones, intensos ojos pardos, cabello castaño con olor a flores. Se obligó a despegar sus ojos de ella y se llevó la mano al rostro, con la vista fija en las baldosas del suelo, tratando de descubrir por qué le ardía el pecho.

—¿Será que tienes fiebre?

Sus delicadas manos se abrieron paso entre los cabellos blanquecinos del chico, deseosos por comprobar su temperatura corporal, que solo incrementaba por tenerla cerca.

—Estoy enfermo. —dijo, casi asustado—. Quiero irme de aquí.

Saeran se dio la vuelta, dejó caer la corona de flores al suelo y, apresurado, se quitó el delantal de encima.

—Saeran espera. ¡Saeran!

No escuchaba. Atravesó la puerta de cristal sin mirar atrás.

 Atravesó la puerta de cristal sin mirar atrás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El amor a través de ti - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora