Saeran adora las flores. Erin tiene una floristería.
La nueva vida del chico comienza cuando su hermano decide buscarle un trabajo en un lugar que le guste, un lugar repleto de plantas y árboles en flor.
•Mystic Messenger FanFiction•
Unknown/Ray/S...
Saeran arrugó la nariz. Lo hizo a propósito, ya que la tarta no estaba quemada, y en realidad desprendía un olor bastante apetitoso. Pero él quería picar a Erin. Era como si, de cierta manera, necesitase hacerlo.
Por desgracia para él, la florista era una joven con un buen carácter, podría decirse que era serena e inalterable. La mayoría de veces.
Y era justamente lo contrario a él.
—¿Te ocurre algo?
—¿No te huele un poco... raro?
—En absoluto. —depositó el molde caliente en la cubierta metálica que protegía la mesa—. De hecho, parece que está vez me ha salido mejor que la anterior.
Saeran tragó saliva de una forma muy exagerada. Erin empezaba a pensar que su —recientemente— jefe no tenía muchas ganas de probar la tarta.
—No estás obligado a probarla. He comprado tarta de fresas por si acaso.
Saeran sintió una punzada en el corazón. Como si le hubieran clavado una flecha. Erin se había asegurado de comprar tarta de fresas —su favorita— en caso de que a él no le gustase la tarta.
Era un jodido ángel. Y él un maldito demonio por chincharla de esa manera.
—Tiene una pinta increíble. —confesó—. Quiero probarlo ya.
—¡Está muy caliente, tienes que esperar!
—No importa. —insistió—. Solo un trocito.
Erin no pudo ocultar la sonrisa que le provocó la situación. Por un momento, sintió miedo. Creyó que Saeran despreciaba su tarta sin siquiera haberla probado. La realidad era que no se trataba más que de un niño impaciente.
—Yo te corto un trozo, pero tienes que esperar un poco o te quemarás. Es bueno que repose un poco.
—Vale.
Erin le miró, expectante.
—¿Qué?
—Promételo.
—¿El qué? ¿Esperar?
Ella asintió con la cabeza.
—Qué tontería.
Erin se cruzó de brazos, indicativo de que no serviría la tarta a menos que Saeran cumpliera con su parte.
—Muy bien. —suspiró—. Lo prometo.
Y a pesar de soltar un bufido, Saeran tenía una sensación dulce en el pecho.
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