LXVI - Patas arriba

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Había tirado el libro

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Había tirado el libro. Erin prefirió deshacerse de él, porque de lo contrario iba a seguir leyéndolo. Así que era mejor no tenerlo cerca y olvidarse de lo que había escrito en él.

¡Ahora se parecía a Saeran! ¡Quería borrar de su cabeza lo que había leído! ¡Huir! Pero no podía. Ya no. ¡Recordaba cada palabra! Y era precisamente eso lo que no la dejaba estar tranquila cerca de Saeran.

Erin cruzó la trastienda con un sentimiento de urgencia en el pecho.

—Llegas un poco tarde. ¿Ha pasado algo? —Una voz le habló desde detrás.

Pegó un brinco. La voz de Saeran logró que a su corazón le diera un vuelco.

¿Entras en estado de alerta cuando tienes a esa persona cerca?

—¿Te he asustado? Perdona. —Erin pestañeó, recobrando la compostura—. Me estaba preocupando.

No, no y no. No podía soportarlo, su corazón se sacudía, su estómago se revolvía y por la cabeza se le pasaban las frases del libro. Todas.

Caos.

—Es un poco tarde para que empieces a actuar como el jefe, ¿no crees?

Saeran se quedó boquiabierto. Erin se ató el delantal a toda velocidad y huyó despavorida de la trastienda.

Entretanto, el joven siguió petrificado en su sitio. «¿Qué acaba de pasar?», pensó. ¿De verdad Erin le había soltado una mala contestación?

El mundo debía estar patas arriba.

El mundo debía estar patas arriba

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El amor a través de ti - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora