LX - El café más caro del mundo

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Primer error cuando se visita la casa de alguien: inspeccionar cada rincón como si fueses un policía

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Primer error cuando se visita la casa de alguien: inspeccionar cada rincón como si fueses un policía. Uno que traía en la mano una botella de vino y no llevaba placa.

—¿Sucede algo?

Escuchó como Erin cerró la puerta con tranquilidad.

—No. —respondió apresurado. Claro que a Erin no se lo parecía—. Me... Bueno, pensaba que la casa sería más floral. Ya sabes, macetas por cada rincón, o jardines verticales. ¡No, espera! Te veo más como la típica que tiene ambas cosas. Y macetas colgando del techo.

Saeran sonaba entusiasmado. Erin rio por lo bajo y le condujo a la sala de estar. Allí, el joven pudo comprobar que la florista no era capaz de vivir sin ellas. Y que por supuesto, las había colocado en el lugar más luminoso de la casa.

—No he dicho nada.

Debió haberlo imaginado, después de todo era Erin. La florista loca por las flores.

—Tengo un rincón vacío. Había pensado qué... —Y el corazón se le aceleró de pronto. «¿Eres tonta, Erin?» pensó. Selló sus labios y dirigió la vista hacia Saeran. Se fijó en las manos del joven, que se aferraban a la botella de cristal. —¿Has traído vino?

—Sí. ¿Piensas que es raro? El vino puede acompañar a muchas cosas.

Le entregó la botella.

—Gracias por molestarte. Aunque no creo que acompañe a la tarta.

Saeran frunció el ceño.

—Podría. —aseguró—. Es un vino dulce. Y no te preocupes, no es de los caros.

Erin se encogió de hombros. Caro o barato, no entendía de vinos.

—Ahora que eres el jefe puedes subirte el sueldo.

—¿Para regalarte botellas de vino? ¡Ni lo sueñes!

Entraron en la cocina. Erin depositó el regalo de Saeran en la encimera y rápidamente se dirigió hacia la cafetera.

—Preferiría que me compraras el café más caro del mundo.

Saeran abrió los ojos como platos.

—Venga ya. ¿Te beberías esa mierda? Porque sabes que es mierda, ¿no?

Erin ladeó la cabeza.

—¿Lo es?

—Que insensata. —Gruñó—. Eres una inconsciente. ¡Es literalmente caca! Ese café sale del culo de un animal.

Erin se cruzó de brazos.

—¿Cómo iba a saberlo? ¡Si es café, es café! ¡De grano, el que viene de una planta!

—Pues el más caro sale de un ano. —dijo Saeran—. Pero si tú lo quieres, te lo compro.

Por caro que sea.

—Olvídalo. Prefiero mi café arábica y mi tarta de calabaza.

Entonces, Saeran se echó a reír.

Entonces, Saeran se echó a reír

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El amor a través de ti - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora