XLIV - A prueba

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Normalmente, Saeran hablaba poco, lo justo para hacerse entender

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Normalmente, Saeran hablaba poco, lo justo para hacerse entender. En cambio, Erin hablaba por los codos. Primero de un tema, y cuando ese se terminaba, le entraba el pánico y saltaba a otro diferente.

Eran tan distintos. Porque el silencio era incómodo para la chica pero un regalo para él. A Saeran le preocupaba decir algo fuera de lugar, mientras que a Erin todo lo que le importaba era rellenar el vacío que dejaba el silencio.

Así que, ¿desde cuando el mundo estaba del revés?

—Te has dormido desde que puse el aire acondicionado. —Rió por lo bajo—. Y aunque te hablaba no te despertabas.

—Ya veo...

—Me habías convencido de venir diciendo que iba a ser un viaje corto y entretenido —Se cruzó de brazos—, y resulta que te duermes todo el camino. ¿No será que no sabías conducir? Dime, ¿me has engañado?

Saeran sonrió de lado mientras ella juró e hiper juró que no era así como había dicho.

—¿No has dormido bien?

Segunda mirada huidiza. Erin estaba avergonzada pero es que no había podido pegar ojo la noche anterior sabiendo que ella y Saeran se iban al pueblo de al lado, al vivero de la familia Min.

—En cualquier caso está claro que tenías muchas ganas de venir. —Apoyó el mentón en la palma de su mano—. En cuanto has visto el viviero te han salido chispas por los ojos.

Las mejillas de Erin empezaban a tomar color. Los ojos celestes de Saeran no dejaron pasar desapercibido ese detalle.

—Realmente me gusta tu corte de pelo. Estás muy... guapa.

Erin se levantó de la mesa inesperadamente, dejando a Saeran petrificado. Huyó hacia la barra, con la excusa de pagar la cuenta. «¿Me he pasado poniéndola a prueba?» pensó. «Aunque... aguantaba cosas peores de ese repartidor» y al recordarlo sintió un repentino mal humor.

El albino se rascó la nuca y suspiró. «Se me tiene que haber ido la cabeza» concluyó. Solo eso explicaría que hubiera intentado hacerle un cumplido a Erin.

Se bebió lo que le quedaba en el vaso de un trago y se levantó de la mesa, yendo hacia donde se encontraba la florista, pagando la cuenta en la barra con manos temblorosas y el corazón latiendo tan rápido como un ciclón.

«Saeran piensa que estoy guapa» se repetía Erin en bucle, incapaz de ordenar sus pensamientos, ni mucho menos calmar el frenesí de su corazón.

«Saeran piensa que estoy guapa» se repetía Erin en bucle, incapaz de ordenar sus pensamientos, ni mucho menos calmar el frenesí de su corazón

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El amor a través de ti - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora