XXV - Heridas candentes

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Aunque trataba de disimularlo, no podía esconder la incomodidad que sentía al caminar

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Aunque trataba de disimularlo, no podía esconder la incomodidad que sentía al caminar. No era que Saeran fuera muy observador, pero si un tanto perspicaz. Una pequeña expresión de sufrimiento aparecía en su rostro cuando apoyaba el pie derecho en el suelo, cualquiera podía darse cuenta de ello.

—¡Listos para abrir! —Estiró los brazos en dirección al techo—, va a ser un gran día, lo presiento. Iré a...

—Ya voy yo. —Se apresuró y tomó la delantera—. Deberías quedarte tras el mostrador. Te llevaré una banqueta ahora.

—No, no. Gracias, pero ya sabes que no usamos banquetas. Si nos ven sentados mirando las musarañas no van a querer ni entrar. —decía ella, con el dedo índice levantado—. Tienen que vernos activos y divirtiéndonos con las flores, ¿lo entiendes?

—Claro, porque regar es muy divertido. —Traía la banqueta en las manos—. Venga, siéntate y descuida.

Dejó el banquillo al lado de la castaña, detrás del mostrador. Se había proclamado vencedor y estaba convencido de que Erin no iba a replicar.

Pero lo haría.

—¿Por qué no te sientas tú? Yo puedo ir a fertilizar mientras tanto.

—¿Ah? —Frunció el ceño—. Siéntate.

—No necesito sentarme, ¡estoy bien!

—No me mientas, que te has hecho daño al caerte. Siéntate de una vez.

Colocó las manos sobre sus hombros y presionó hacia abajo, obligando a Erin a sentarse. La muchacha le miró perpleja y derrotada, decidió obedecer la determinación de Saeran. Tan enzarzados estaban que no escucharon la campana de viento que alertaba de la presencia de un cliente.

—Buenas, buenas. —dijo una voz que sonaba familiar para ambos—. Veo que os lleváis muy bien, ¿eh Saeran?

El chico se giró como un resorte, con la misma mecanicidad y dureza, deseando que aquella voz no fuera la de su hermano gemelo.

—¡Hola, Saeyoung! —Saludó Erin, con una amplia sonrisa—. ¿Cómo te va?

Saeran apretó los puños, los ojos de Erin se posaron sobre la figura inestable de él, dándose cuenta al instante de que algo no iba bien.

Iba a pasar de nuevo si no hacía nada. Saeran iba a perder el control.

 Saeran iba a perder el control

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El amor a través de ti - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora