Bloody Love

Capítulo 50

Bloody Love

Capítulo 50
Oportunidades y Consejos

KALEY

La espera por el Hechicero con ascendencia de ser de Luz se me hace insufriblemente eterna y, por alguna razón, que en torno a mí se esté desarrollando una vida normal solo me desespera más. No lo sé, me parece frustrante ver cómo las masas son indiferentes a los individuos que las componen, o quizá sea un tipo de egoísmo que hace que no me agrade ver que todos parecen estar bien cuando yo no lo estoy.

Black es agradable. Tiene una personalidad que oscila entre la arrogante seguridad en sí misma de Lauren y la rara mezcla de cordialidad y jocosidad de Bafnil; nuestra plática es baladí, no me hace preguntas personales más allá de mi nombre y qué tan frecuentemente me veo metida en esta clase de líos, de ahí en más es una distracción bastante buena para no tener que pensar en todas las cosas arremolinándose en mi cabeza.

El Mágico llega con absoluta puntualidad y por alguna razón no me sorprende ver que ha de ser contemporáneo con nosotras; tiene los ojos color miel, el rostro rectangular y el cabello teñido de rubio platino, las raíces cafés comienzan a notársele y la barba que usa es del mismo tono; trae una mochila echada al hombro.

Black lo presenta como Ritter, lo que él aclara que es un apodo y que su verdadero nombre es Alejandro Garza al ver el recelo detrás de mis ojos. Black no le da muchas explicaciones respecto a lo que sucedió cuando él le pregunta en qué lío se metió ahora, solo le dice que tengo varias heridas por plata y que necesito sanar lo más pronto que se pueda.

Cuando el mesero viene a tomarle el pedido, Alejandro le pregunta si no tienen un espacio un poco más privado en el bar; el muchacho nos indica el camino por un pasillo al fondo hasta una habitación con pinta de sala de estar con otra mesa de billar sin siquiera preguntar con qué fines queremos un espacio alejado de la vista, y se retira no sin antes decir que la renta del lugar es de cincuenta la hora. El sitio no está mal, pero es un precio algo exagerado en mi opinión.

El Hechicero me pide que me recueste en el sillón y descubra las heridas. Nunca he ido a un doctor –jamás lo he necesitado– y las pocas veces que acudí a los sanadores de la manada era solo para que me sacaran las balas que se quedaban en mí luego de una misión; yo misma limpiaba y vendaba mis heridas, o a veces era Amber quien me ayudaba con eso. Así pues, recogerme el suéter hasta debajo del busto y acostarme en el rígido mueble me resulta bastante incómodo.

Mientras Alejandro revisa la herida, comprobando que no haya efecto más allá que el de la plata, habla con Black en español. No conozco bien la lengua, solo sé los tres idiomas oficiales de Escocia, pero puedo saber que será la lengua materna del Mágico y, aunque Black habla fluidamente, en su pronunciación todavía se nota que su lengua materna es el inglés. Solo entiendo tres palabras de su conversación: «misión», «amiga» y «Midnight».

Alejandro me pide que le muestre la herida de mi hombro y luego revisa la de mi pierna. Tengo que reunir toda mi fuerza de voluntad para no empezar a mover la pierna sana con desesperación, aunque en realidad no lleva ni cinco minutos revisándome. Agradezco a todos los dioses cuando concluye que son simples traumatismos por plata, sin rastro de venenos o sustancias extrañas.

—Sé que los lobos, sobre todo de grandes manadas, no gustan de usar métodos de sanación más allá de su propia regeneración, así que seguramente te sientas más cómoda usando una solución que usando magia. —comenta él mientras va a rebuscar en su mochila.

Saca un frasco de vidrio y me lo ofrece, diciendo que quizá me sienta mejor aplicándomelo yo misma. Desenrosco la tapa, que es un gotero, dentro hay una sustancia semejante al aceite, color amarillo verdoso; no tiene un olor muy fuerte, pero no saber lo que es me causa cierta desconfianza. Alejandro explica que es una clase de pócima a base de hipérico, ideal para acelerar la cicatrización de este tipo de heridas.