Capítulo 19

5.2K 355 37
                                        

Bloody Love

Capítulo 19
Una Invitación y una Escapada

LAUREN

Muy difícilmente podría estar más desinteresada en el parloteo de Pierce, mientras que el resto de Úpiros que, al igual que yo, se encuentran en su despacho lo escuchan con suma atención, demasiada para no considerar que solo son un grupo de lame-botas. Desde aquella misión, una de las más interesantes que he tenido hasta la fecha, los días se han pasmado.

Dos cosas resaltantes de ese episodio han sido el tema en el que se basan las reuniones con el resto de la «ArchiElite»: la nueva –y letal– tecnología que tienen los lobos en su poder, y la persona que lideró al escuadrón que las obtuvo. Por fortuna, aunque los agentes suelen poner el tema sobre la mesa, Pierce lo cambia sin apenas comentar en él. No obstante, sé que, cuando hace eso, es porque se maquina algo y, al no querer que nadie se entere, debe ser importante.

Hasta el momento, estas congregaciones no han avanzado en cuanto a las medidas a tomar contra el efecto de los proyectiles que, al analizarlos, descubrimos que despiden luz ultravioleta, ante lo que somos completamente vulnerables una vez entra en nuestro cuerpo. Y mientras ellos discuten acerca de eso, mi mente, que últimamente ha cobrado vida propia, se va hacia el punto que el Príncipe no quiere tocar. Más en concreto, las acciones que aquella noche tomé hacia ella.

Todavía no logro explicármelo. Siquiera pensé antes de hacer el disparo, pero no había otra manera de evitar que aquella bala llegase a ella. Solo sé que el metal que amenazaba su vida –porque aunque no fuera plata, iba a darle en uno de los dos puntos letales: cabeza y corazón– parecía resaltar por entre el resto de proyectiles zumbando de un lado a otro, y que el tiempo pareció simplemente congelarse por el segundo que me permitiera apuntar al lugar justo.

Y luego de halar el gatillo permanecí estática por un momento, con las balas silbando a mi alrededor, sin procesar aún lo que había hecho. Supongo que ella debió sentirse igual de azorada que yo en ese momento cuando me salvó en aquel callejón. Fue cuando la cachorra se volvió a mirarme y que vi que ella, también, bajó las defensas, que desperté.

Y ¿qué es lo inverosímil del caso? Ya antes he cuidado de su vida, sí, y me he resignado al pensamiento de que no puedo –y no voy– a consentir que perezca. Pero jamás en mi vida he actuado sin pensar. Sin antes concebir la idea, sin procesar mis propias acciones. Y mucho menos cuando se trata de una maniobra para que la se precisa tanta celeridad y que resultó en extremo arriesgada estando rodeada de otros Úpiros.

Es cierto, estoy dispuesta a tomar riesgos por la cachorra si ello implica poder tenerla para mí. Es cierto, me importa poco y nada cómo pueda verme el clan e, incluso, convertirme en traidora. Es cierto, no me veo capaz de dejar que fallezca. Pero de allí, ¿a exponerme a una muerte segura al actuar con imprudencia frente a quienes le notificarían de inmediato de mis acciones al Príncipe? ¿Y por alguien a quien siquiera he alcanzado a probar de la más simple manera?

Es demasiado. Ya esto es demasiado. El efecto del maldito lazo, de Kaley o de lo que sea es demasiado fuerte como para siquiera saber si realmente vale la pena someterme al mismo. ¿Someterme? No, esa palabra no va en este contexto.

Y esa es otra cosa que puede llegar a frustrarme lo suficiente para aborrecer a mi propia mente. Tanto riesgo, tantas molestias, tantos pensamientos despilfarrados en algo que siquiera poseo. Aún no. No vale la pena poner en peligro mi pellejo por algo que no tengo. Aunque lo tengo, pero incluso así no lo tengo.

Entonces es cuando las palabras de un verdadero traidor asoman entre las cavilaciones: «A individuos como nosotros siempre nos espera esto. Yo, lo recibo sabiendo que no es en vano. Procura que, cuando te llegue, tú también puedas pensar eso».

Bloody LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora