Bloody Love

Capítulo 56

Bloody Love

Capítulo 56
Un Respiro

KALEY

La dinámica interna de la manada de Crawford es… rara. O no sé si solo lo considero así porque pasé diecinueve años dentro de una manada donde todos viven su día a día en conjunto, porque a pesar de que teníamos nuestras residencias como recintos separados, todo era parte de un mismo complejo, por lo que teóricamente siempre estábamos todos juntos. No es que tuviéramos opción, el único lugar donde los miembros de Moon podían vivir en Lasfort sin amenaza inminente de muerte era la sede.

Entonces se me hace un tanto peculiar el manejo de una manada que está esparcida a lo largo de veintiséis kilómetros cuadrados. No lo sé, el que estén tan separados unos de otros me da la impresión de que no tienen una conexión tan fuerte como una manada debería.

Es más probable que sean cosas mías, pues, por lo que he podido comprobar, todos están muy involucrados en su manada incluso cuando aquí, en un territorio pacífico, cada quien solo parece dedicarse a hacer su vida de la forma más conveniente posible.

Cuando Crawford llamó a su manada para hacer el que seguramente sería el anuncio más trascendental en la historia de… cualquier manada, a decir verdad, nadie tardó en acudir y aun aquellos que se encontraban en deberes de sus trabajos en la sociedad humana estaban prontamente reunidos en Dachaigh, que como sede de la manada lógicamente funciona como punto de congregación. Incluso los que viven al otro lado de la ciudad se veían muy cómodos entre la afluencia, todos parecían conocerse y, estando reunidos en el comedor –la sala más amplia con la que cuenta el refugio–, las únicas que no desprendíamos esa energía de pertenencia que tienen los miembros de una manada éramos Amber –a quien Jade y el resto de los hombres habían escoltado pacíficamente aquí al separarnos–, Lauren y yo.

Corrijo: no la desprendíamos respecto a ellos. Porque la verdad es que entre nosotras también existe esa unión, a diferentes niveles y de diferentes índoles, pero existe, y nos hace ser parte de algo. Aunque nos faltaría un Beta para poder llamarnos manada, saber, sentir que las tengo a ellas y que incluso Lauren ha aceptado –aunque no vaya a admitirlo– a Amber como parte del círculo es algo que, después de haber perdido tanto, me llena inmensamente.

Básicamente por eso fue que no me sentí incómodamente fuera de lugar y abrumadoramente melancólica al estar allí, de pie detrás de Alfa y junto a mi novia y mi mejor amiga, mientras el lugar se iba llenando a buen paso con Teriántropos que nos dirigían miradas intrigadas, confusas e incluso desdeñosas entre murmuraban inútilmente ya que nuestros oídos son capaces de escuchar hasta los cuchicheos al otro lado de la sala.

Una vez dispuesto el público, Crawford, de pie frente al mostrador donde se repartía la comida entre los refugiados y, por tanto, al alcance de la atención de todos, fue, como ya he aprendido que es usual, corto y conciso en cuanto a lo que iba: la manada estaría prestando su fuerza en socorro a Moon en la guerra de Lasfort por petición de la hija de Killiam Clark.

No se me pasó por alto su formulación, pues bien pudo usar otros apelativos como «exheredera de Moon» o «antiguo miembro de la manada», y sé que su intención con ello era que la noticia fuera acogida más fácilmente por su gente. El éxito de su táctica es severamente puesto en duda.

El lado amable es que nadie protestó en cuanto a auxiliar a Moon, y no esperaba menos, porque siendo la manada que es, teniendo la importancia histórica que tiene, es lo menos que merece. No, la gente de Crawford no se veía en descontento en cuanto a salvar a una de las grandes manadas. Lo que no les gustó, fue la idea de acudir al llamado de una traidora.