Bloody Love

Capítulo 45

Bloody Love

Capítulo 45
Delta

KALEY

— ¿Cómo fue la misión? —pregunta Amber desde el sofá nada más vernos entrar al departamento.

Una vez Bafnil dejó de considerarse demasiado débil para salir a la ciudad, no aceptó argumentos bajo los que esperar ni un minuto más para ir a notificar acerca de sus descubrimientos de los planes de Volusek. También denegó las ofertas a acompañarle por seguridad, alegando que no tenía permitido llevar visitantes sin que hubiesen sido previamente invitados.

Así pues, no queriendo quedarnos aquí solo a aguardar noticias, retomamos los planes de ir a comprobar la información del emisario de Novlak, la que resultó completamente inútil. Lo único que hizo fue corroborar lo que Bafnil había deducido: que Volusek estaba teniendo frecuentemente audiencias con un Hechicero y había dado la orden de prepararse para nuevas tácticas ofensivas.

La alta probabilidad de que esas «nuevas tácticas ofensivas» fueran dirigidas a la manada en cualquier momento me causó tal ansiedad que Lauren, por más que lo intentó, no pudo detenerme en mi afán de conseguir más información y, por el contrario, terminó decidiendo acompañarme a infiltrarnos en el aquelarre en misión pasiva. Una que no fue muy efectiva que se diga.

La verdad es que no pudimos siquiera llegar a una manzana del aquelarre. Las calles aledañas están fuertemente vigiladas y, aunque pasamos algunas sin ser detectadas, fue un poco más difícil concentrarme en conservar mi aura lo suficientemente débil para pasar desapercibida cuando diez de cada diez personas que transitaban cerca de mí en la calle eran chupa-sangre.

No sé si fue mi olor, la tensión evidente sobre mi cuerpo, la sospechosa capucha que me ocultaba el rostro o mi corazón que cada vez bombeaba más rápido, pero tuve suerte de que Lauren viniese unos metros detrás de mí, porque seguramente no hubiese podido yo sola contra los cinco que se me pegaron detrás al darse cuenta de mi sospechosa situación.

Alcancé a meterme en un callejón para no llamar tanto la atención y tener oportunidad de escapar luego de dejarlos fuera de combate. Volvimos en metro y pasé casi todo el camino refunfuñando sobre que, con esa seguridad, sería prácticamente imposible colarnos en el aquelarre y, de hacerlo, salir con vida.

Casi todo el camino. Imagino que en algún momento Lauren tuvo que cansarse de oírme despotricar entre dientes y sentir mi malhumor. Su remedio infalible consistió en tirar de mí, que estaba de pie aunque el vagón estaba prácticamente vacío a excepción por un hombre desaliñado que dormitaba más allá y una chica cuyo cabello púrpura se me hizo familiar sumida en un par de auriculares, para hacerme sentar en su regazo y quedarme allí bajo el chantaje de «si te resistes haré de esto más bochornoso para ti», y su mano en mi muslo dejaba bastante en claro cómo pensaba hacerlo.

Así pues, el resto del corto viaje no pude hablar para nada y el calor en mis mejillas subía hasta mi cerebro para hacer corto y no permitirme pensar coherentemente sino hasta que llegamos a la estación más cercana al Marfil.

Y aquí estamos, llegando luego de una misión fallida, sin información y con la amenaza latente de un pronto ataque a la manada del que no sabemos nada más que especulaciones. Y, sinceramente, lo que me trae de los nervios no es la promesa de muerte, sino el hecho de que no puedo hacer nada todavía para remediarlo.

—Pudo ir mejor. —suspiro, moviendo los hombros y yendo directa a dejarme caer en el sofá junto a ella, que me dirige una mirada entendida.

Me conoce demasiado bien para no saber que mi actitud se debe a que siento que he fracasado, y no es que lo sienta, es que así ha sido.