Bloody Love
Capítulo 9
Caprichos del DestinoKALEY
La luparia deja rastro en mí incluso pasado el efecto; cuando despierto, la cabeza me da vueltas y tardo en ser consciente de mi cuerpo. Estoy desorientada, mis sentidos están inhabilitados y los recuerdos de lo que haya pasado son borrosos, pero al menos están ahí.
Voy recobrando la sensibilidad de a poco, siento una molestia en las muñecas y las manos entumecidas, al igual que en los tobillos, hombros y cuello. Sacudo apenas la cabeza para espabilar un poco, sintiendo el dolor un poco más intenso. Entreabro los ojos, parpadeando, la iluminación no es muy fuerte; percibo el contacto del metal con mi cuerpo. Debo despertar, no estoy a salvo, lo sé pues aunque no tengo idea de nada todavía mi Instinto me dice que estoy en una situación sumamente precaria ahora.
Una vez consigo aclarar mi mente lo bastante, por fin caigo en lo que sucede. Estoy atada de muñecas y tobillos con gruesos grilletes de metal a una reja en una pared de concreto. Mis manos están a la altura de mis hombros, pero elevadas sobre mi cabeza, lo que explica de inmediato los dolores y entumecimientos en mi tren superior; mis piernas están lo bastante separadas para que cualquier impulso que pueda crear con ellas sea demasiado débil.
Mi chaleco, junto a las cuchillas que en él traía, la radio y el jersey negro que portaba debajo, ha desaparecido y me han dejado solo con el top deportivo del mismo color que traía debajo de todo y los vaqueros oscuros, las botas también se han ido.
La estancia es reducida y encerrada, la pesadilla de cualquier claustrofóbico, baúles de madera que no parecen sellados y otros de metal que sí parecen estarlo se apilan contra el muro a mi izquierda; todo está polvoriento y diversos aparatos e instrumentos de aspecto ciertamente amenazante en medio de todo; estoy atada a la pared contraria a la puerta, y en la adyacente a la derecha hay una inquietante exhibición de armas blancas, desde espadas hasta pequeñas cuchillas, supongo que todas de plata.
Ay, no. Esto no pinta nada bien.
Echo un vistazo a la derecha y la veo. Lauren Volusek está en el mismo muro que yo, en la misma situación a un metro aproximado de distancia, en una reja independiente, con la mirada fija en el suelo y una expresión endurecida que me lleva a pensar que está recriminándose algo. Lleva más prendas encima que yo, aparentemente solo le han quitado los zapatos y la gabardina.
De la máquina que está sobre la mesa sobresalen cuatro cables, dos rojos y dos negros; uno de cada color se dirige a cada una de nosotras y se conectan con pinzas a la base de las rejas. Es un generador, y sé para qué lo usan los Cazadores.
La luparia hace de las suyas aún, quitándome suficiente fuerza para que me sea imposible romper los grilletes. Pero no puedo darme el lujo de no hacer nada, no cuando estoy presa en una cárcel de Cazadores a la espera de una predecible sesión de tortura a la que ellos han de llamar «interrogatorio». Tengo muy poca fuerza, así que deberé hallar otra manera de salir de aquí.
Busco con la mirada algo que pueda serme útil, recopilando en mi mente todo lo que me han enseñado sobre posibles capturas, pero, aunque encontrase algo que pueda ayudarme a desatarme, no podría hacer uso de ello, estoy inmovilizada. Esto no es plata, es titanio, así que no me escuece ni afecta a mi fuerza, pero de eso ya se ha encargado la luparia, imposibilitándome llegar a romper uno de los metales con el que más fuerza tendría que aplicar para romper estando en óptimas condiciones.
Sé que la chupa-sangre se encuentra en un estado similar al mío, la adelfa es uno de los venenos más utilizados contra Vampiros, en dosis altas y concentradas es eficazmente letal, pero cantidades moderadas solo tienen efectos sedantes y debilitadores, por eso es que las balas de mi propia arma iban impregnadas en ella; lo que explicaría su falta de iniciativa.

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Bloody Love
Paranormalne¿Pueden una loba y una Vampiresa llegar a amarse? Ciertamente, y cuando comparten un destino escrito, es posible. Kaley Clark, una mujer lobo a punto de cumplir la mayoría de edad, jamás pensó siquiera llegar a sentir empatía por alguien como el...