Bloody Love

Capítulo 13

Bloody Love

Capítulo 13
Transferencia

LAUREN

Las horas pasan con un horroroso pasmo que se resume a tres palabras: dolor, ardor y debilidad. El ambiente fresco de la mañana fue el más fácil de sobrellevar, puesto que, una vez llegado el calor del mediodía, no veo diferencia entre el Averno y el mundo terrenal.

Ardor, extenuación. El silencio entre la cachorra y yo es casi absoluto, solo transgredido de vez en cuando por un par de frases, por lo general una acotación seca seguida de una réplica cortante. Dolor, claridad sofocante. La piel descubierta ya está abultándose por las llagas y la sombra de los árboles es útil solo para evitar que la carne quede abierta y roja. Ando con las manos en los bolsillos y el rostro inclinado para protegerlo lo más posible con el cuello alzado que hace pensar mucho en ese típico atuendo que los humanos otorgan a Drácula.

Para el atardecer, el calor es incluso más insufrible, aunque el sol se ha vuelto menos picante, sin embargo, sigue haciendo de las suyas conmigo. Lo único que puedo considerar positivo es el hecho de que pronto no tendré que seguir soportando este maldito calor que me tiene, incluso, con jaqueca. Con lo difícil que es que a un Vampiro le dé una.

Faltará menos de una hora para que la estrella se oculte por completo cuando un potente malestar se instala en mí, de esos que evocan una desagradable sensación de vulnerabilidad.

— ¿Tienes alguna idea de cuánto falta para llegar a la ciudad? —pregunta Kaley, que desde hace ya un rato ha tomado la delantera y camina atenta a todo lo que yo estoy imposibilitada a percibir.

Ha estado mucho más seria de lo que estuvo antes del amanecer. Tal parece que se toma bastante a pecho la situación ahora que la supervivencia de ambas depende, en mayor medida, de ella. No ha hecho comentarios acerca de mi estado, tampoco, y no creo que sea por mi reacción a la última vez que me colmó la paciencia; no me tiene miedo. Y no sé si eso me gusta o me incomoda.

—Como sabrás, este bosque es muy extenso y el acceso al subterráneo pudo haber estado al otro extremo del mismo en vista de que seguramente no nos llevaron allí a pie, por lo que no, cachorra, no tengo idea de cuánto falta. —respondo, mi voz sale en un siseo áspero en la tela entre la que voy calada.

—Si sabías lo que significa Bishoft, debes tener una referencia para poder ubicarnos. —insiste ella, capto un dejo de algo parecido al cansancio en su voz.

—No le saqué todo el elucidario a ese Cazador, solo averigüé lo que necesitaba. —refuto, el dolor solo empeora por momentos.

Llegado a un punto ya no es solo dolor, sino agotamiento lo que comienza a embargarme; no puedo evitar dejar escapar un quejido. Y, muy a pesar de mis ganas de no dejar que me afecte, tengo que frenarme para sujetarme a un árbol cercano, tomando inspiraciones profundas para tratar de deshacerme de la sensación de mareo lo antes posible.

—Creo que deberíamos descansar y esperar a que pase el ocaso. —sugiere la cachorra al volverse y descubrir mi situación.

Hace un buen trabajo fingiendo indiferencia, pero sé muy bien que hay un motivo para que quiera posponer el viaje.

—No hay necesidad. —replico, puede que con demasiada rudeza, y continúo caminando.

Un extraño destello de luz me lleva a producir una mueca por el golpe de dolor, obligándome a encontrar apoyo otra vez. ¿Qué demonios...?

—No seas tan obstinada y acepta que no estás bien. —discute y se cruza de brazos, percibo un atisbo de jactancia, pero no sonríe.

—Bien: no lo estoy. Pero eso no importa, no hay motivo para detenerse.