Bloody Love
Capítulo 46
Intrusos en el Marfil TowerKALEY
Para cuando arribamos en el Marfil ya está rayando el alba. Un viaje de cuatro horas puede llegar a ser increíblemente incómodo cuando es totalmente silencioso, pero nadie se anima a hablar, no sé si es porque cada quien está demasiado sumida en sus propias cavilaciones o porque todas son conscientes de la energía contrariada que he de desprender.
La conversación con los Delta de Crawford me ha dejado un sabor de boca muy amargo. ¿Cómo se han atrevido a querer juzgarme, juzgar las acciones de mi manada respecto a mí? No tienen ningún derecho, siquiera son aliados de Moon como para creerse en poder de inmiscuirse y opinar acerca de lo que acontece con ellos.
Y ese Lycan... Era evidente que sería el principal Delta, puede que incluso será el Hermano de Luna de Crawford, pero no tenía derecho alguno de las decisiones como si de Alfa Crawford se tratase.
Si tan solo hubiera podido hablar con él directamente... Sé que Alfa Crawford es un hombre de rígida moral, respeta el Código y las leyes por sobre muchas cosas, pero también sé, por lo que mi padre me había dicho sobre él, que es un hombre que sabe discernir cuándo hay que pasar por encima de las reglas para hacer lo que es verdaderamente correcto.
Pero he perdido la oportunidad por culpa de un trío de Delta enaltecidos. Estoy casi segura de que a Alfa Crawford en realidad no le habría molestado tener que estar frente a frente con una «traidora» y fueron ellos quienes le convencieron de «no exponerse» para demostrar de alguna manera que ellos, también, son importantes.
No suelo ser así de crítica, pero es que me hierve la sangre de pensar en el episodio de hace unas horas. Creo que estoy empezando a contagiarme de la forma de pensar de Lauren, estoy segura de que ella, en mi lugar, también habría despotricado de esta forma contra la necesidad de unos pobres subordinados de sentirse preponderantes. Además, es mejor sentir rabia que dejarme embargar por la angustia de que el único plan que tenía se ha ido por la borda.
Caminamos en el mismo mutismo hasta el ascensor, al que Lauren introduce una clave en el panel para ponerlo a funcionar, y en la reducida caja de metal el ambiente vuelve a ponerse denso. Me recargo a la pared lateral, con los brazos cruzados y la vista clavada en el suelo, intentando bajar el nivel de incordio para no explotar en tanto alguien se dirija a mí. Lo cual veo muy poco probable de lograr.
De seguir así mis garras van a salir sin permiso y, con la fuerza con la que aprieto mis brazos, terminarán enterrándose allí y eso solo va a sulfurarme más. Pero me es imposible pensar en sosegarme. No quiero calmarme. ¿Por qué debería calmarme? Quiero conservar mi enojo contra los idiotas prepotentes por un tiempo más, pues así no tendré que ser víctima de la inquietud de pensar que no tengo la menor idea de qué hacer para poner a salvo a mi manada.
Una mano en mi brazo me regresa a la realidad y no necesito subir la mirada para saber que es Lauren, pues el solo tacto es suficiente para que la rabia se atenúe, mas no permito que desaparezca. Levanto la cabeza, topándome con algo muy parecido al consuelo tras orbes argénteos. Suspiro. Está lo bastante cerca, así que dejo caer mi cabeza en su hombro mientras siento el movimiento de la caja de metal.
Al salir del ascensor en el octavo piso dejo de estar en contacto con ella y en pocos segundos vuelvo a sentir la sangre caliente. No sé si quien gruñe en mi pecho es mi Instinto o la Bestia, pero, sea quien sea, estoy igual de furiosa que él.
En el departamento siquiera alcanzo a sentarme, no puedo, tengo demasiadas cosas encima para pensar en estar quieta en un solo sitio, así que comienzo a andar de un lado a otro como león enjaulado frente a la cocina, refunfuñando una y otra vez contra los Delta de Crawford. Es increíble que él tenga gente tan mezquina en su círculo íntimo.

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Bloody Love
Siêu nhiên¿Pueden una loba y una Vampiresa llegar a amarse? Ciertamente, y cuando comparten un destino escrito, es posible. Kaley Clark, una mujer lobo a punto de cumplir la mayoría de edad, jamás pensó siquiera llegar a sentir empatía por alguien como el...