Capítulo 27

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Bloody Love

Capítulo 27
Rogue y Sospechosos

KALEY

—Sinceramente, no comprendo cómo piensas que puedes enseñar algo a alguien cuando siquiera sabes hacer lo más básico: controlarte. —Asher habla mientras me arroja ataques a diestra y siniestra.

Me concentro más en esquivarlo que en sus palabras. No es lo más hiriente que he escuchado, y sé que si me distraigo le daré ventaja.

»Tampoco sé por qué Mick te ha dicho que lo ayudaras con los novatos en formación. Vamos, sé que estamos desesperados, pero no es para tanto.

Me descentro por un momento y logra asestarme un golpe en el abdomen, pero me escabullo antes de que me propine otro. Tranquila, Kaley, peores te ha dicho.

»Si ya el ser Alfa te está quedando grande. Creo que todos te están sobrestimando.

¿Que me queda grande? Puede que sea mucha responsabilidad, pero eso no es cierto. No lo es. Bloquea mi ataque, gruño en frustración y furia ascendente.

»Y todo por ser hija de Killiam.

Ahí está de nuevo. El nombre de mi padre siempre reluce en el entrenamiento, porque Asher sabe que es la forma más fácil de sacarme de mis casillas, es un punto demasiado sensible.

»Severa estupidez. El talento no se hereda, pero tú, ¡ja! Si no fuese porque estuve cuando te presentó ante la manada no creería que compartes su sangre.

Cálmate, Clark, cálmate; solo cálmate e intenta no arrancarle la lengua. Me toma el brazo y me aplica una llave, haciéndome quejar. Sé zafarme, solo que mi deseo de golpearlo no me deja recordar cómo se hace.

»Y ¿sabes qué es lo que menos comprendo? Por qué nadie quiere decírtelo. —habla cerca de mi oído, cosa que, con su tono de voz, venenoso y despectivo, solo logra contrariarme más.

Mi corazón late con furia, pero apenas si lo siento hacerlo, solo tengo cabeza para pensar en las ganas que tengo de hundir las garras en la carne de mi tutor.

»Eres una verdadera vergüenza para la memoria de tu padre. Siquiera pudiste ayudarlo cuando dos chupa-sangre vinieron a matarlo.

Escuchar sus palabras es como accionar un interruptor, o, más precisamente, como el instante en el que la chispa toca la gasolina para hacerla explotar. Se ha pasado de la raya.

No sé cómo, no sé cuánto me tardo, ni qué tanto dolor me llevo al hacerlo, pero me escapo de su aferre; voy a hacerlo tragarse sus palabras. Sé que esto es precisamente lo que debo aprender a evitar con estos entrenamientos, pero esta vez el descontrol no me molesta, en lo absoluto, pues me permite obtener un poco de su sangre.

En esta ocasión, sin embargo, es diferente. La sensación de descontrol es muy diferente. Ya no solo soy yo obedeciendo a mi Instinto en el mandato de hacer callar a Asher cómo sea. Es algo más. Más peligroso.

No es enojo, no es frenesí. No es la contrariedad por sus palabras, ni la sensación instigadora del dolor físico, siquiera es la ardiente furia que siento porque se haya atrevido a decir semejante cosa. Es algo mucho más... primitivo. Un deseo irrefrenable de derramar su sangre, de desgarrar su carne con mis colmillos y separar cada uno de sus miembros con mis garras. Es atroz y cegador, no me deja siquiera saber lo que estoy haciendo.

Cuando recupero consciencia de mí misma, estoy siendo sujetada por dos pares de brazos, que contienen mis intentos de volver a arrojarme sobre mi entrenador, que bajan de intensidad poco a poco conforme los humos van bajando. El sudor resbala por mi piel, haciendo arder las laceraciones medianamente profundas que tengo en el torso, brazos y rostro; mi pecho sube y baja como si acabase de terminar una maratón, mas no me siento agotada.

Bloody LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora