Capítulo 11

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Bloody Love

Capítulo 11
Una Trampa

LAUREN

Kaley abre la puerta y ambas salimos con las armas listas para acometer contra el primer ser que se mueva. Pero lo que encontramos fuera no es lo que esperaba. ¿Qué demonios...? Solo puedo atinar a bajar el arma, mirando en derredor, intentando procesar lo que ven mis ojos, desconcertada. Comparto una mirada con la cachorra, puedo ver en sus ojos la misma confusión que hay en los míos.

El lugar está desolado. Totalmente desierto. Ni un alma, ni una presencia, siquiera puedo decir que haya alimañas rondado por aquí. Nada. Siquiera parece un calabozo de Cazadores. Porque no lo es.

Es un túnel largo, oscuro, con un penetrante aroma a encierro y manchas en el suelo, de aceite quizá; dos canales forman pasillos en el suelo, a la izquierda del lugar, frente a nosotras, que recorren todo el túnel y se pierden en la oscuridad. Son vías de un subterráneo.

¿Desde cuándo los Cazadores llevan a presas valiosas como nosotras a un lugar que no sea un recinto custodiado? Creo que haberme ausentado por tanto tiempo y no haberme tomado la molestia de ponerme al tanto de todos los cambios que hubo no fue una buena idea. Aun así, no le doy crédito a que el lugar siquiera esté protegido. No hay rastro de vida, ni el gorila de ropas de cuero, ni la arpía de su jefa. ¿Qué significa esto?

Escucho movimiento. La cachorra vuelve a entrar en guardia, pero yo no me preocupo ya que viene de nuestras espaldas: el soldaducho está despertando. Esta supuesta calma podría fácilmente ser una trampa, por lo que no está demás saber qué tienen pensado los Cazadores.

Vuelvo a la recámara de interrogación, que imagino habrá sido algún tipo de acceso de servicio o mantenimiento del metro ya que esto no es una estación, sino algún punto aparentemente abandonado del recorrido; dejo la espada sobre la mesa para ayudarlo en esa tarea, tomándolo de la camisa y estampándolo contra la pared más cercana, haciendo que espabile.

— ¿Cuántos de ustedes hay allí fuera? —inquiero, aprisionando su garganta con mi antebrazo; podría fácilmente cortarle el cuello con la navaja que escondí en la manga de su abrigo.

— ¿No los has contado ya? —el hombre ríe.

No estoy para juegos. Se ahoga con su carcajada cuando ejerzo presión sobre su garganta.

—Responde. —amenazo, escucho los pasos de la cachorra acercarse, pero mantenerse a una distancia prudencial

—Solo éramos Marco, Alissa y yo; pero a estas alturas solo debo estar yo. —complace el hombre con un compás lento y risueño; algo pasa aquí.

¿Solo ellos tres? ¿Qué clase de estrategia es ésta? Dudo que hayan pensado que eran suficientes para contenernos, o al menos a mí.

— ¿Por qué solo tres de ustedes para custodiarnos?

El hombre solo ríe, cosa que me sulfura, como si estuviese recordando una anécdota propia muy graciosa.

— ¿Qué se trae Alissa entre manos? —interroga Kaley a mis espaldas.

El hombre vuelve a reír para sus adentros.

—Están haciendo las preguntas equivocadas. —expresa, jocoso; empiezo a pensar que no tiene aprecio por su vida, pues está a poco de perderla.

— ¿Qué piensa hacer tu jefa? —repite la cachorra; si bien no estoy de acuerdo con hacer parecer que esta «a cargo», presiono un poco más la tráquea del Cazador.

—Lo que Alissa haga no es importante —replica con voz sofocada —, la cuestión aquí es: ¿qué piensan hacer ustedes dos? —pronuncia, quien lo viese diría que está bajo la influencia de alguna droga; éste hombre desea morir y estaré feliz de cumplir su deseo.

Bloody LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora