En realidad yo esperaba conocer a un hermano de Fuego agresivo y prepotente, pero a pesar de que era altanero, egocéntrico y demasiado cínico, en el fondo tenía una paciencia y una pasión incondicionales. Cierto que yo anhelaba regresar con Sorem... y por sobre todo... con Ian, pero no teníamos manera de encontrarlos. A veces regresábamos a la plaza donde los había visto por última vez, pero o no coincidíamos o no me estaban buscando. Mi hermano era de la opinión de que ya me habían dado por olvidada, en especial Ian, porque era humano. Pero yo sabía que en algún momento nuestros caminos se volverían a cruzar, sólo que mis palabras no surtían efecto sobre el cerrado pensamiento de mi hermano.
—Aydan... te vas a llamar Aydan —le dije una tarde. Ambos estábamos sentados extremo a extremo de la habitación que se había vuelto nuestro hogar.
Él soltó una carcajada.
—¿De qué me sirve un nombre, Agua? Soy Fuego, soy parte de un todo. Siempre seré Fuego como todos mis hermanos —dijo entre dientes.
Una media sonrisa se dibujó en mi rostro al entender que compartíamos aquella profunda falta de individualidad. Tal vez algún día podría convencerlo de que a pesar de formar parte de un todo, él también poseía identidad. Tal vez así dejaría de llamarme Agua y por fin utilizaría mi nombre, me gustaba demasiado escucharlo como para tener que prescindir de él y, en cambio, tener que sumergirme en cuestiones filosóficas de la individualidad del individuo.
—Aydan... significa Fuego —le expliqué buscando su mirada—. Eso te vuelve un poquito diferente de lo que somos. Un nombre te da identidad.
Él frunció el ceño aun sin comprender mis palabras.
—Nací siendo Fuego y viviré el resto de la eternidad siendo Fuego.
Suspiré rodando los ojos.
—Sí, pero no cualquiera de nuestros hermanos tiene la oportunidad de tener un cuerpo propio.
—Yo no quería ni lo necesitaba. Mientras más rápido encontremos la razón por la que estamos aquí y cómo regresar a nuestro lugar, mejor.
Sacudí la cabeza con cierta molestia ¿Por qué era tan terco?
En general, Aydan me ayudaba a canalizar mi energía y potencializar mis capacidades y el control que tenía sobre mi cuerpo. De esta manera, podía mantener mi figura humana, incluyendo vista y tacto, al mismo tiempo que estaba hecha de Agua. Así no tenía que arrastrarme o confundirme con las distintas perspectivas. El problema era que era un estado terriblemente complicado que requería de mucho entrenamiento, por lo que, todas las mañanas, antes de que la ciudad despertara, caminábamos hacia un espacio pavimentado que los humanos usaban para actividades deportivas, y nos quedábamos allí, hasta que los primeros coches empezaban a transitar la calle y los primeros humanos comenzaban a acercarse a la explanada. Cesábamos el entrenamiento de inmediato principalmente por miedo a que las sombras nos descubrieran. Recuerdo que Aydan me llegó a hablar de ellas sólo una vez y fue en la noche.
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Ojos de Agua y manos de Fuego
FantasyPrimero que nada y creo que probablemente ya lo sepas: el Agua NO habla. Y no lo sé por ser como tú ni como los otros, lo sé, porque yo soy Agua. El silencio es la peor de mis eternas maldiciones, así que ahora que mi madre Mar me ha dado la oportu...