Capítulo 35: La cuarta generación

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Para ese momento ya no sabía si incendiar la selva o salir corriendo de allí, aunque la primera opción era más tentadora, porque la humedad y los bichos me estaban matando

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Para ese momento ya no sabía si incendiar la selva o salir corriendo de allí, aunque la primera opción era más tentadora, porque la humedad y los bichos me estaban matando. Y lo que era aún peor, ¡Nirva estaba encantada con el lugar!

—Concéntrate, Roaya —me reprochó mi elemento.

Gruñí molesta ignorando sus palabras.

—Estúpido el día que acabé trabajando para un lunático —murmuré.

—Al menos ya no le dijiste estúpido a él —repuso Nirva con sarcasmo.

—¿Otra vez protegiendo a tu novio? —inquirí con repugnancia— Ya deberías casarte con él...

—Sabes que yo no tengo nada que ver con Gaiam y que lo odio tanto como tú, pero no puedes ir hablando así de la gente a sus espaldas.

Reí a carcajadas, feliz de haberla hecho enojar. Su bondad y su condescendencia me eran tan molestas como absurdas, pero no pude decírselo con alguno de mis comentarios despectivos porque de repente la energía se volvió palpable en el Aire.

Intercambiamos una mirada antes de caminar en esa dirección. El aroma era como dulce y la energía vigorizante... demasiado positiva para mi gusto.

Se escucharon risas infantiles a lo lejos. La Tierra empezó a temblar a nuestros pies.

Traté de prepararme para lo que fuera que se avecinar; sin embargo, recordé que alguna vez alguien nos había advertido que la cuarta generación era casi incontrolable porque nadie les había enseñado a convivir con los humanos. Me di cuenta de que sería imposible estar preparada para algo así. Tenía entendido que llevaban más de dos siglos escondidos en la Tierra. Después de haber destruido el reino de Zagro, habían huido y desde entonces se les había perdido el rastro, ¡nunca habían dado señales de vida antes!

Me concentré nuevamente en la energía que se respiraba a nuestro alrededor. Era una energía pesada, difícil de ignorar...

Nirva y yo también sabíamos que aparte de las generaciones antecesoras, ésta era la más fuerte de todas las ya presentes en la Tierra porque su conexión con la Naturaleza era la más estrecha; y los temblores y el Agua fluyendo a nuestros pies eran prueba suficiente de ello. Su fuerte energía era como un imán gigante y poderoso. La pregunta era, ¿por qué ahora hacían su presencia tan evidente?

Me agazapé preparándome para lo que fuéramos a encontrar adelante, pero a pesar de que escuchábamos las risas, caminamos por un rato más hasta que llegamos a un claro en donde corría un Río sin haber notado una sola presencia.

Cuando me volví hacia Nirva, sus ojos se habían vuelto azules en su totalidad y brillaban intensamente.

—¿Qué sucede? —pregunté sin recibir respuesta.

Me sorprendí de que por primera vez dejé de escuchar sus pensamientos... ¡Me sentí un ser independiente y libre! ¡Definitivamente algo extraño sucedía! La situación no me estaba gustando en lo absoluto.

Ojos de Agua y manos de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora