Capítulo 30: La tempestad y la calma

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Holaa a todos y perdón por tardarme tanto en publicar, pero esta ha sido una larga semana de entrega de proyectos finales y mi nivel de estrés es gigante. De cualquier manera espero que les guste y con suerte estaré publicando mañana o pasado un capítulo de Roaya.

Saludos a todos e inspiración.

Nessy

Cuando Aydan y Hele se acercaron a mí, no pude evitar percatarme de cómo él la miraba, ¿qué sucedía con ellos dos? ¡Pensaba que estaban peleados! Aydan la miraba con una especie de cariño, y se volvía hacia ella como si el cuerpo de Hele fuera un ...

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Cuando Aydan y Hele se acercaron a mí, no pude evitar percatarme de cómo él la miraba, ¿qué sucedía con ellos dos? ¡Pensaba que estaban peleados! Aydan la miraba con una especie de cariño, y se volvía hacia ella como si el cuerpo de Hele fuera un imán con una fuerza magnética imposible de ignorar.

Hele se acercó a mí y su mano apretó suavemente mi brazo derecho, antes de que me dedicara una sincera y preciosa sonrisa.

—Vámonos a casa —dijo Mara cuando Sorem se acercó y la rodeó por la cintura.

Rodeé los ojos y caminé hacia adelante, ¿por qué de repente todos estaban tan cariñosos?

En casa, Itsmani nos esperaba despierto y sentado en el sillón de la sala que había quemado Aydan. Al primero que recibió fue a Aydan. Se le colgó como un monito y preguntó qué me había pasado cuando observó mi pierna.

Aydan bajó la cabeza y guardó silencio, hasta que por fin optó por abrir la boca:

—Fue mi culpa...

Pero el pequeño estaba tan emocionado abrazando a Hele en ese momento que probablemente no escuchó... Mejor así.

Nos abrazó a los restantes con un cariño propio de los niños y nos contó orgulloso que había estado observando a los grillos en el jardín y cómo había estado tan cerca de atrapar a tres.

Mara rió y por un momento me alegré, pues desde la muerte de nuestros padres, sonreír le costaba tres veces más trabajo de lo que ya le costaba cuando vivían.

Después de disputar un poco con el pequeño y de que Sorem estornudara tres veces cuando Itsmani pronunció "abejas", Hele dio por terminada la sesión.

—Bueno, hora de ir a la cama.

Itsmani hizo un puchero, a pesar de que desde hacía rato los ojitos se le cerraban, ¡pero nadie podía culparlo, eran las tres de la madrugada!

—¡Ándale, pequeño! Mañana salimos a buscar grillos.

¡¿Mara estaba diciendo eso?! ¡Dios mío! ¡Algo les había picado a todos!

Me dirigí a la sala, hacia mi cama temporal. Una vez sentado sobre el sillón, dejé las muletas y me masajeé las sienes cerrando ojos.

"¡Maldita fiesta!" pensé sintiendo dolor en mi pierna.

Entonces mi celular vibró en mi bolsillo. Contesté con desgana al ver de quién se trataba:

—Espero que sea algo importante, hermano.

Ojos de Agua y manos de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora