—Quédate aquí —le pidió Aydan al pequeño detrás de mí cuando notó mis intenciones.
Me incorporé y me dispuse a generar Agua que terminara con las Llamas, pero Aydan me detuvo rápidamente abrazándome por atrás.
—¡Suéltame! —sollocé— ¡Suéltame! ¡Todavía puedo!
Pero mientras más forcejeaba, su agarre se volvía más fuerte hasta que comencé a sentir que el Aire me faltaba.
Instintivamente dejé que mi cuerpo se convirtiera en Agua para escapar de sus brazos, pero su movimiento fue más abusado y el calor que comenzaba a generar su cuerpo no me permitió dejar mi figura humana.
—Helena... —me susurró suavemente al oído— Ya no hay nada que podamos hacer, es muy tarde para salvarlos... Llegamos tarde.
Sus palabras resonaron como eco en mi cabeza.
Una vez más me dejé caer de rodillas, pero su abrazo amortiguó el golpe contra el suelo.
—No puede ser... —sollocé todavía en shock tratando de evitar encontrarme con las Llamas que lamían los maderos de las casas y levantaban una columna de humo que oscurecía el cielo.
La Tierra a mis pies se volvió acuosa. La única razón por la que mi figura humana permanecía era porque el cuerpo de Aydan emanaba un suave y abrazador calor que no me soltaba.
Entonces, rendida, me di la vuelta escondiendo mi rostro en su regazo, mientras mi mente trataba de convencerme de que todo aquello era un mal sueño, de que todos esos sueños, todas esas vidas, no se habían perdido para siempre.
Sentí cómo su cuerpo entero se tensaba, pero finalmente me rodeó en un abrazo protector que terminó por calmar mis sollozos.
Cuando recuperé la capacidad para hablar, levanté la vista y me encontré con su mirada:
—Déjame apagar el Fuego —supliqué—, prometo ser discreta...
Su vista momentáneamente se volvió hacia las tres patrullas que se habían estacionado del lado de la carretera. Después me escrutó seriamente con la mirada.
Aquel análisis de la situación duró no más que un par de segundos, hasta que finalmente sus brazos cedieron.
Sonreí sin que la felicidad me llegara a los ojos y dejé que mi cuerpo se convirtiera en Agua, hasta que todo él fue absorbido por la Tierra.
Me conecté con las raíces en el suelo, con los pasadizos subterráneos, con el calor ancestral del centro de la Tierra y concentré mi energía en un solo punto, hasta que esta salió disparada hacia el cielo convertida en una Ola gigante que se abalanzó sobre las Llamas como un depredador hacia su presa.
En mis distintas perspectivas pude ver detalladamente los maderos quemados, el suelo, las cenizas... y los cuerpos. Dejé que mi Agua rociara todo hasta llegar al extremo más cercano a la carretera.
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Ojos de Agua y manos de Fuego
FantasíaPrimero que nada y creo que probablemente ya lo sepas: el Agua NO habla. Y no lo sé por ser como tú ni como los otros, lo sé, porque yo soy Agua. El silencio es la peor de mis eternas maldiciones, así que ahora que mi madre Mar me ha dado la oportu...