Capítulo 39: La gota que colmó el vaso

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Me acerqué a la orilla viendo cómo el Agua se alejaba de mis pies

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Me acerqué a la orilla viendo cómo el Agua se alejaba de mis pies. Era irónico pensar que era repelente a mí, si ambas estábamos hechas de lo mismo.

Entonces las Olas se agitaron y de las mismas nació un ser de cuatro patas de cangrejo, con torso y rostro de mujer. Sentí cómo mis pies se levantaban unos palmos del suelo al tiempo que mis ojos brillaban con un azul relumbrante.

Hermana, has regresado a consultarnos —dijo con una voz que se repetía en eco, penetrando en mi mente como si fueran mis propios pensamientos—. Noto tu preocupación y tu frustración atoradas en tu garganta. La hija de Aire regresó con su madre, pero los elementos se complementan y la falta de uno descompensa el balance de los otros.

Mis ojos se nublaron de lágrimas.

—Hermana...

Ella aguardó a que yo continuara:

—Temo por Ian y por Itsmani... quiero saber si puedo cambiar el destino que les depara. Ellos son humanos excelentes, no merecen un final así.

Mi hermana rió. Su risa retumbó melodiosamente en mis oídos, haciéndome olvidar por un momento mis preocupaciones.

La gran madre se predice en la contingencia de su ser. La gran madre se observa y equilibra en su interior, pero las cuestiones que extralimitan su complexión son imposibles de prever. Ahora que la fuerza del caos se ha desatado, las soluciones posibles se reducen al sacrificio de almas humanas.

—Pero...

Desde que el humano comenzó su larga existencia en el seno de la madre Tierra, fruto del trabajo de las fuerzas elementales, su deuda con la Naturaleza es eterna. Cuando su existencia peligra, es necesario el sacrificio.

Las lágrimas salían a borbotones por mis ojos.

—Pero... ¿por qué ellos dos? ¿por qué no puede ser alguien distinto?

Se trata de un alma pura y un alma voluntaria. La decisión no la hemos tomado nosotros.

¿Entonces quién? Respiré hondo, tratando de calmar mis sollozos.

—¿Y si encontráramos otra alma pura y otra voluntaria?

Mi hermana soltó una carcajada encantadora que repiqueteó melodiosamente en mis oídos.

¿Sacrificar otras almas para salvar a esas dos?

Contuve la respiración, tratando de ordenar mis ideas. En realidad, odiaba el hecho de tener que sacrificar a alguien, pero nuestros padres no nos estaban dando otra opción.

—Sí —contesté finalmente—, esa es la alternativa.

Harás y desharás en tu vida humana, hija del Agua. Así aprenderás lo que nosotras no podemos sentir y compartirás tu conocimiento para el saber infinito de nuestra madre. Así que nosotras no hemos de darte respuestas a cuestiones de elección. Solo he de advertirte que esta decisión en particular no dependerá de ti, ni de tus hermanos, así como tampoco de nuestros padres ni de la gran madre.

Ojos de Agua y manos de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora