Después de los agitados sueños no quise dormir más, esperando a que amaneciera. Incluso después de que los primeros rayos del padre Sol asomaron por las ventanas, no me sentí con el ánimo de incorporarme. Mi cuerpo entero se sentía pesado y mis ojos no se despegaban del techo. Los sentía hinchados. Mi cabeza, por otro lado, no dejaba de dar vueltas alrededor de las mismas cuestiones: Gaiam, Itsmani e Ian... ¿Cómo enfrentaríamos al primero sin perder a uno de los dos en el camino? ¿El haberlos conocido los había orillado a un destino así? ¡¿Por qué si mi madre parecía tener siempre bien planeadas las cosas ahora se decidía por algo así?!
Me sobresalté al escuchar que alguien tocaba a mi puerta. Me volví hacia el reloj que reposaba en la mesita de noche y observé que era ya el medio día.
Me incorporé con extremada lentitud y abrí la puerta.
Aydan me escrutó de pies a cabeza con la mirada, frunciendo el ceño al terminar con su escaneo.
—Me parece que has tenido días mejores... —comentó haciéndome a un lado para pasar. Traía varias botellas de Agua que colocó sobre la mesa al lado de la puerta de vidrio que daba al balcón.
Miré mi ropa y toqué mi cabello tratando de arreglarlo un poco... ¡¿Y por qué él se veía impecable?! Parecía que yo era la única que se estaba volviendo loca de tantas preocupaciones en la cabeza.
—En realidad no tengo ganas de hacer nada, Aydan. Tengo muchas cosas que pensar...
Él se volvió hacia mí con una media sonrisa dibujada en su rostro.
—Vamos a caminar —propuso.
Entrelacé mis manos con nerviosismo.
—¿A... —tragué saliva— caminar?
Él asintió con la cabeza. Hoy se había recogido sus cabellos dorados en un ..., lo que me permitía apreciar mejor sus facciones y sus ojos.
—Si estás con la disposición, adelante... —accedí finalmente.
—Bien, tienes diez minutos para arreglarte.
—Pero...
Se acercó a mí tan rápido, que cortó mis palabras de golpe. Su rostro quedó a unos centímetros del mío.
—Me voy a dar cuenta si decides tirarte en la tina y convertirte en Agua, así que yo te recomendaría no intentarlo —me advirtió.
Tragué saliva, ¿cómo sabía siquiera que lo había considerado?
—No lo había pensado —mentí, dando la media vuelta directamente al baño.
Noté de reojo cómo sonreía antes de abandonar la habitación.
Suspiré mirándome al espejo. Aydan tenía razón, había tenido mejores días, pero es que una parte de mí sabía que no tenía el control suficiente para mantener mi figura humana estable. Necesitaba hablar con mi madre para recuperar algo de mi energía.
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Ojos de Agua y manos de Fuego
FantasyPrimero que nada y creo que probablemente ya lo sepas: el Agua NO habla. Y no lo sé por ser como tú ni como los otros, lo sé, porque yo soy Agua. El silencio es la peor de mis eternas maldiciones, así que ahora que mi madre Mar me ha dado la oportu...