La tarde pasó con extremada lentitud. Pregunta tras pregunta las contestamos todas. Aydan se encargó de hacerles un poco la vida imposible a los oficiales, contestando con respuestas incompletas o que eran divertidamente evasivas. Finalmente nos dejaron ir, aunque había cosas no dichas flotando en el Aire, que generaron una tensión incómoda en el ambiente.
A mí particularmente el detective Hawkings no me causaba la más mínima confianza... ¿era su forma de decir las cosas? ¿su forma de mirarme? No estaba segura.
Itsmani se había quedado en casa con Mara. Había sido difícil separarlo de nosotros, no paraba de llorar, hasta que finalmente lo convencimos.
El padre Sol ya se había ido a dormir cuando por fin nos dejaron abandonar la monotonía de aquel lugar.
El camino de regreso fue silencioso. Yo estaba exhausta, sentía que había vivido ya varias vidas y mi cuerpo ya no tenía energía para más. Los ojos me pesaban, así como mi corazón. Continuaba tratando de asimilar todo lo que había pasado.
Miré por la ventana dándome cuenta por primera vez del cambio radical de mi propio punto de vista. Mis ojos estaban desacostumbrados a los edificios descomunales y al colorido. Varias veces pasamos por calles un poco más concurridas rodeadas de música, voces y luces. Era un conjunto armonioso y excitante, pero que se escondía tras una ilusión, la realidad era que muchos seres humanos sufrían en ese momento. No pude evitar recordar a la familia de Itsmani, todavía con el nudo en la garganta, recordé a su madre y a su hermano enfermo.
Miré hacia delante suspirando cuando me percaté de que Aydan me miraba fijamente.
Le devolví la mirada y él sonrió levemente antes de tomar mi mano y apretarla suavemente. Su tacto me causó un alivio que recorrió mi cuerpo entero.
No necesitamos decir nada. De todos modos, su expresión se mantenía impasible y su vista ya había regresado al frente.
El agradecimiento se atoró en mi garganta, ¿hacía esto porque éramos hermanos? ¿si Sorem estuviera junto a mí haría lo mismo?
Al poco rato Ian se detuvo.
Aydan fue el primero en bajarse, su aversión hacia el coche era palpable. Sorem fue el segundo. Extendió su mano en silencio e Ian le entregó unas llaves que probablemente eran de la casa. Intercambiaron una mirada que despertó mi curiosidad, ¿de qué me estaba perdiendo en ese momento?
—¿Tú hablarás con ella? —le preguntó Sorem finalmente.
Ian asintió con la cabeza volviéndose hacia mí.
Sorem se apeó del carro y cerró la puerta.
—¿Quieres caminar?
Asentí con la cabeza y ambos bajamos.
Caminamos sobre la banqueta, envueltos bajo el manto oscuro de la noche, el cual estaba perforado por estrellas brillantes.
—Me gustaría que lo hablaran entre ustedes, pero quería que esto lo supieras por mí.
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Ojos de Agua y manos de Fuego
FantasyPrimero que nada y creo que probablemente ya lo sepas: el Agua NO habla. Y no lo sé por ser como tú ni como los otros, lo sé, porque yo soy Agua. El silencio es la peor de mis eternas maldiciones, así que ahora que mi madre Mar me ha dado la oportu...