—¡¿Dónde están?! —grité exasperada revisando el perímetro.
Nos habían hecho ir hasta allá para que al llegar no hubiera nadie. La calle estaba destrozada, pero aparte de ello, no había rastro de los elementos, ¡ni siquiera de los siopes!
Mirna me lanzó una mirada cargada de sorna. Yo, rabiosa como estaba, lancé Fuego contra una casa, pero no faltaba Nirva, que con una Ola de Agua neutralizó el ataque.
Para mi gran disgusto, su poder y el mío se desvanecieron ante nuestros ojos.
—Bien, si nadie hace nada... —musité rabiosa encendiendo mis manos en un Fuego dispuesto a devorar todo a su paso.
—¡Roaya, contrólate! —me ordenó Nirva.
Solté una fuerte carcajada quitándola de un empujón.
—¡Mira quién lo dice, llorona!
"Para" escuché en mi cabeza. La voz de Nirva era apenas un susurro en mi interior.
—¿O qué? —contesté a su súplica— ¿Me vas a detener? ¡Sabes que soy inmune a tus ataques!
"No me moveré" me amenazó fulminante.
Aquello sí paró mi andar. No podíamos estar lejos la una de la otra... no demasiado, si acaso dos o tres calles. Lo más lejos que habíamos llegado a estar era de la Arena al castillo de Gaiam, incluso a esa distancia, el dolor de pronto era palpable.
—¡Muévete! —grité con todas mis fuerzas, descargando mi frustración. La realidad era que yo anhelaba mi libertad por sobre todo. Nirva era una atadura más a mi sufrimiento.
Ella no se movió.
Entonces grité hacia el cielo y todo en mí se prendió en Fuego que salió como una erupción sale hacia arriba. Nirva me dejó hacer mi berrinche silenciando sus pensamientos, pero cada vez que intentaba destruir alguna casa, Nirva neutralizaba mi ataque.
Para ese momento la gente miraba asustada desde sus ventanas. Deseaba tan febrilmente ver aquellos rostros arder. Le daría un toque magnífico a la calle cuarteada; sería un toque dramático que complementaría las paredes de asfalto que alguien había levantado en medio de la calle.
Muerte... era lo único que le faltaba a aquel lugar que había sido tocado por los estúpidos elementos que no se atrevían a trasgredir la vida.
Idiotas...
Cook, Mirna y Víctor se aproximaron a mí sin inmutarse por mis berrinches. La única que parecía preocuparse era Nirva, quien "exteriorizaba" su interés hacia mi estabilidad personal a través de los pensamientos, pero me encargué de callarla con insultas, hasta que finalmente su voz dejó de molestar en mi interior, y cuando me volví hacia ella observé cómo se aproximaba a sus hermanos.
Sonreí satisfecha.
—Nuestro informante dio noticia de que ayer por la noche apareció un monstruo de Agua que curiosamente soltaba Fuego y hacía temblar la Tierra —dijo Cook en voz baja—. Eso significa que esta nueva generación de idiotas hizo un cuadro.
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Ojos de Agua y manos de Fuego
FantasyPrimero que nada y creo que probablemente ya lo sepas: el Agua NO habla. Y no lo sé por ser como tú ni como los otros, lo sé, porque yo soy Agua. El silencio es la peor de mis eternas maldiciones, así que ahora que mi madre Mar me ha dado la oportu...