Capítulo 23: El cuarto milagro

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Bueno, aquí está el siguiente capítulo ;) :D Espero que les guste. Adjuntos les dejé la foto del árbol de los deseos en la noche y de la canción que Helena intenta tararear. Cualquier duda, comentario o sugerencia, ya saben que para eso me encuentro. De verdad que muuchas gracias por su apoyo.

Saludos,

Nessy :D


Itsmani me invitó a pasar la noche con sus hermanos

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Itsmani me invitó a pasar la noche con sus hermanos. Entre los ocho, él era el cuarto. Dos de los mayores se habían ido y el tercero, al parecer, padecía de una fuerte enfermedad que no lo dejaba moverse.

Los seis me recibieron en su reducida habitación con tanto entusiasmo, que estaba segura de que todavía no sabían que su mamá había decidido abandonarlos.

Me dieron espacio en el suelo y me coloqué entre ellos tratando de distinguir sus caritas en la oscuridad. En momentos como aquel hubiera sido muy útil el Fuego de Aydan.

Masajeé mi mano negra con enojo. "¡Maldito!" pensé molesta; todo lo que me había dejado era una marca aparentemente imborrable en la piel.

Sentí el acostumbrado nudo en mi garganta y decidí que no lloraría más. Me controlaría. Y con esa nueva promesa, me obligué a tratar de descansar. Verdaderamente no necesitaba dormir, pero quería olvidar por un momento todo lo que me sucedía. No había manera de salir de ese caos interior y exterior que me dominaba.

Me concentré en los sonidos a mi alrededor. ¡los de la selva eran tan hermosos! Por un momento disfruté las respiraciones acompasadas de los niños y el canto de las cigarras. Volteé a ver hacia la ventana, disfrutando del firmamento y de la tranquilidad reinante.

Al poco rato, arrullada por el calor, los ojos comenzaron a pesarme hasta que por fin cedieron. Mi mente voló hacia las Aguas azules de mi madre y me permitió nadar en su inmensidad en un cómodo silencio.

Éramos el silencio, el Agua y yo.

Mis extremidades se sentían ligeras y no tenía que respirar. Mi cuerpo fluía con la inmensidad azul.

Me sentí en paz.

Una vocecita me despertó a la mañana siguiente.

Me incorporé sobresaltada. Lilli se encontraba frente a mí con los ojos bien abiertos.

Ladeó su cabecita con ojos curiosos.

—¿Que si quiere de desayunar? —preguntó antes de reparar en mi mano— ¿Qué le pasó?

Rápidamente junté mis manos, para que la sana cubriera a la quemada.

—Me quemé —mascullé incapaz de dar más explicaciones.

La maravilla de los niños era que su atención no duraba mucho tiempo en un mismo tema.

—Itsmani dice que hoy habrá de desayunar manzanas y bagolia.

Ojos de Agua y manos de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora