Capítulo 26: Agua, Fuego, Tierra y... Aire

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Bueno, ¿qué les pareció? Personajes nuevos, problemas nuevos ...

Bienvenidos a los nuevos seguidores y a los nuevos lectores, ¡me alegra muchísimo tenerlos!

Saludos e inspiración,

Nessy ^^

Bajé hasta el recibidor y me quedé allí por un momento, pensativo

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Bajé hasta el recibidor y me quedé allí por un momento, pensativo. Había sido un día agitado, pero al menos ya había encontrado a una de dos desaparecidas.

Caminé hacia la sala y prendí la luz. Miré el sillón y me encontré con un bulto negro.

Maldije en voz baja cuando unos ojos rojos se volvieron hacia mí con una cierta aversión. No podía esperar que fuera Sorem, porque él ahora dormía con Mara. Al menos eso me habían confesado ellos en la mañana.

—¿Qué quieres?

Claramente lo que quería era un lugar donde dormir, que al parecer ya estaba ocupado.

—Mi lugar para dormir —respondí con sequedad al tiempo que volvía en mis pasos y subía las escaleras sin molestarme siquiera en apagar la luz.

Fui al armario del pasillo y busqué unas mantas y una almohada antes de bajar de nuevo y ponerlas en el sillón paralelo al que debía ser mi cama. Apagué la luz y comencé a desnudarme, quedando únicamente en bóxer

Cuando me recosté, quedé mirando a Aydan de frente. Sus ojos rojos refulgían en la oscuridad.

—¿Entonces se supone que tú eres el humano que la cuidó? —preguntó Aydan con una cierta sorna desquiciante en su tono de voz.

—¿Y se supone que tú eres la criatura de Fuego que la cuidó después? —repuse.

Rió con una cierta sequedad.

—Está de vuelta sana y salva, ¿no?

—Con una mano negra.

Su risa se apagó de golpe. Sonreí cuando no dijo nada. Había dado en el punto exacto.

—De todos modos saldré lo antes posible de aquí, no pienso quedarme mucho tiempo —dijo entre dientes.

Suspiré ante esas palabras.

—Ella probablemente no te lo vaya a permitir.

Aunque me costara admitirlo, era cierto.

—¿Qué te hace pensar eso?

Coloqué mis brazos bajo la nuca y miré hacia el techo pensando en una respuesta.

—Ya se encariñó demasiado contigo.

Parecía sonriente cuando habló:

—Somos hermanos. Es nuestra naturaleza. Pero no me necesita, ella perfectamente puede cuidarse sola.

Ojos de Agua y manos de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora