| CAPÍTULO 3 |

2.9K 903 183
                                    


- Todo cambio trae consecuencias,
no podemos elegir cuales.


El agua congelada cae por mi cuerpo haciendo que tiemble todavía más y que intente moverme de nuevo, pero las cuerdas que me atan hacen que la piel me duela más al intentar deshacerme de mi amarre.

No puedo evitar gritar todas las veces que el agua cae empapándome, sintiendo que debería morir ya de hipotermia.

Las lágrimas que caen por mi cara se camuflan cuando vuelven a lanzarme otro cubo de agua, está vez ardiendo, que hace que no pueda soportar el cambio de temperatura de mi cuerpo y caiga rendida mientras los gritos que se oyen se empiecen a convertir en unos susurros de fondo...

Despierto de golpe, empapada en sudor, palpando con la yema de mis dedos las suaves sábanas que envuelven mi piel para asegurar que sigo en la cama y todo ha sido simplemente un mal sueño.
Un sueño atroz en el que siempre recreo todo lo que viví dos años atrás.

Intento volver a cerrar los ojos pero el recuerdo vuelve a mi mente haciendo que necesite levantarme ya de la cama para despejarme.

Empiezo por coger mi uniforme militar, que consta de un equipo verde oscuro además de unas botas militares del mismo color.

Decido ducharme de forma rápida antes de que se me haga tarde.

Entro al cuarto de baño y me deshago tan rápido de mi pijama como puedo para adentrarme en la bañera y dejo que el agua empape mi cuerpo mientras las míticas canciones de Queen, uno de los grupos más conocidos mundialmente por su gran repercusión, sus letras y la voz del increíble Freddie Mercury resuenan en la habitación.

Sumerjo la cabeza en el agua por unos segundos haciendo que la melodía cese por unos instantes hasta que cuando salgo vuelve a sonar del mismo modo que antes.

Salgo y me visto con el uniforme tras observar las tantas medallas que llevo colgadas en el pecho desde hace dos años, cuando ascendí al rango de capitán.

Todavía recuerdo ese día como si fuese ayer, al igual que muchos otros.

Tengo buena memoria, y aunque la gente piense que eso es bueno mi mente siempre lo usa en mi contra.

Hago el desayuno de forma rápida mientras el líquido caliente marrón sale de la cafetera dejando ese aroma tan característico y que tanto me gusta.

Devoro las tostadas en tan solo unos minutos y me pongo en marcha hacia la salida tras coger las llaves que siempre dejo en el mismo sitio para no olvidarlas.

A pesar de que Dante tiene un repuesto de las llaves para algún caso como esos no me gustaría tener que pedírselas.

No está en mi eso de ser irresponsable.

En cuanto aprieto el botón para que el coche se encienda este lo hace en el mismo instante.

El rojo de la pintura reluce a la distancia y todos lo miran en cuanto lo conduzco, no solo por el color sino por el elevado precio de este, llegando a costar casi dos cientos mil euros.

Sí, te ofrecen menos dinero por todos tus órganos en el mercado negro.

Abro la puerta del conductor y me adentro en la preciosidad que nunca me arrepentiré de haber comprado.

El Audi R8 pasa de 0 a 100 kilómetros por hora en tan solo unos tres segundos y llega hasta casi los 330 kilómetros por hora, una de las cosas que hizo que me enamorara por completo de él.

Salgo hacia el cuartel, que se encuentra a 15 minutos de mi casa ya que está algo alejado de la ciudad para que sea difícil de ubicar.

Al igual que en el resto de ciudades del mundo se trata de construir las bases en lugares alejados, adentrados en el bosque y por caminos sinuosos de tierra en los que nadie esperaría encontrar las mejores bases militares.

ÁCRUX ✅ [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora