| CAPÍTULO 20 [II] |

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- Huir de la realidad a veces no es una opción.

Esto último me hace enfadarme y a pesar de que sé que no debería desaprobar a un general no estoy de acuerdo con lo que ha dicho anteriormente, por lo que decido no quedarme callada.

- Disculpe general, pero la que puede saber si algo falta en mi propia casa soy yo - La desaprobación de su orden suena en mi voz - deniego la orden y pido la aprobación de un superior - añado y miro al presidente.

- Petición autorizada comandante, aunque deberá permitir tener a nuestros soldados a su alrededor todo el tiempo si desea venir. - aclara el presidente Müller y le sonrío agradeciendo el gesto.

- Si señor - digo mientras salgo de la sala para equiparme y Markus me lanza una mirada, que si estas pudiesen matar yo estaría a tres metros bajo tierra y enterrada en un ataúd de roble.

Antes de que pueda decir nada más me dirijo hacia los vestuarios para cambiarme el uniforme básico al equipamiento.

Estoy terminando de anudar los cordones de las notas militares negras cuando noto la presencia de alguien apoyado en el marco de la puerta.

- Solo sabes contradecirme - dice su voz y trago saliva al verlo con el equipamiento completo.

- No voy a quedarme aquí - respondo con autoridad - El presidente me ha permitido ir. - añado y el alemán rueda los ojos.

Se acerca hasta mí tanto que hasta su aroma inunda mis fosas nasales y coge mi cara con tan solo una de sus manos apretándola con fuerza.

- Mírame - ordena y debo hacerlo cuando aprieta más fuerte mi cara y mueve mi cabeza hacia arriba.

Nuestras miradas arden en deseo de nuevo y tan solo con esto vuelvo a estar totalmente empapada.

- Como algo te pase, aunque solo sea un pequeño rasguño... - aprieta más mi cara y toca mis labios con su dedo pulgar, pasándolos por todo este. - Lo que yo te haré será mucho peor.

Antes de permitirme decir nada más se marcha por la puerta a pasos rápidos y agigantados, lo mismo que hago yo segundos más tarde cuando mi mente sale del trance en el que se había sumergido con la presencia de Markus.

- Todos a los coches de la secreta, a pesar de que todo está vigilado cuanto más discretos seamos mejor, esta es un a operación donde debemos ser delicados. - ordena el ministro Schnider y eso hacemos siguiendo su orden al pie de la letra.

Bajo del coche en cuanto llegamos junto con el general y el teniente Daniel Collins, el cual nos sigue a ambos participando en esta operación al igual que Lucía, aunque ella se encarga de supervisar los demás rellanos del edificio.

El ministro Schnider se encuentra en la central recibiendo toda la información instantáneamente por los walkie - talkies. Él hace sus funciones desde allí porque sus habilidades en el rastreo de señales y ubicaciones es admirable, por lo que desde allí desempeña su labor gracias a nuestro equipo informático.

Cuando llegamos arriba ya hay al menos cuatro soldados asegurando el perímetro de la casa, vigilando que todo esté en orden y no haya nadie de nuevo.

- No hay nadie comandante - informa uno de los cadetes que se encuentran registrando el piso superior.

Entro acompañada del general, el cual no deja de estar detrás de mí en todo momento y no se separa ni dos metros mientras empiezo a mirar las cosas con detenimiento en busca de cualquier pequeño detalle.

Todo parece estar en orden pero hay algo que llama mi atención sobre todo lo demás.

- La cerradura no está forzada - comento y uno de los soldados dirige su atención hacia mi.

ÁCRUX ✅ [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora