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Bienvenida a la ciudad de los atardeceres

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Bienvenida a la ciudad
de los atardeceres.

Es Markus quien me ayuda a subir los escalones del avión dándome su mano tras haberle entregado nuestro equipaje al que parecía ser el copiloto.

Este no tardó ni siquiera dos segundos en dirigirse al interior con nuestras maletas tras la orden del general.

El avión privado es más grande de lo que parece por fuera e incluso más de lo que imaginaba, al menos tiene la capacidad para unas 20 personas aunque tan solo viajaremos nosotros dos junto con las personas que tripularán y conducirán este.

Tras ayudarme a subir pone el equipaje en unas baldas superiores y va hacia la cabina del piloto donde da el aviso de despegue.

-          Me ha dicho que en 5 minutos despegamos – me sonríe y le devuelvo el gesto.

Exactamente a los 5 minutos el piloto habla por el altavoz diciendo que vamos a despegar y Markus me mira fijamente, haciendo que sea incapaz de concentrarme en el libro que estoy leyendo.

-          ¿Qué quieres? – le pregunto y él se encoge de hombros.

-          Solo miro – responde y yo empiezo a reír.

Está sentado justo en el asiento de mi lado, algo que me da la perfecta disposición de aspirar su aroma y cuando me giro de nuevo hacia él está pendiente de la pantalla de su ordenador, la cual tiene informes y números de la base de Berlín.

-          ¿Esas son tus condiciones? – pregunto y él se ríe mientras continúa haciendo cuentas.

-          Una de ellas – responde y yo levanto las cejas.

-          ¿Tienes más? – pregunto y el se ríe.

-          Llevarte de una pieza a Berlín – dice y entonces soy yo la que ríe. – ya sabes, el general italiano ya me tiene en la mira, si algo te pasa puedo darme por muerto – continúa haciendo cuentas pero me mira de vez en cuando y mi corazón se sobresalta.

Pasan las horas y me desespero cuando no se cuánto falta para llegar.

Le pregunto una y otra vez, insistiendo en que me cuente donde es que vamos, pero nunca habla más de lo debido.

Le miro una vez más pestañeando rápido y poniendo morritos y él ríe al observarme.

- Eso son trampas. - responde finalmente tras insistirle.

- Entonces dime lo que quiero saber.

-          Paciencia Alessia – dice.

Y es lo único que recibo siempre que le pregunto.

Ya llevamos 7 horas en el avión pero a pesar de eso se me han hecho rápidas entre el libro y las conversaciones que he mantenido con Markus, el cual se muestra mucho más abierto que otras veces.

ÁCRUX ✅ [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora