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No tener suficiente cuandose trata de ella

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No tener suficiente cuando
se trata de ella.

Markus:

Las navidades ya han pasado y no habría podido imaginar algo mejor que estar en Atenas después y durante estas.

La mujer que me ha acompañado durante todo este tiempo duerme acurrucada en mi pecho mientras yo la observo.

Ya me he desvestido ya que no quería que supiera que me he marchado sin que se haya dado cuenta, por lo que tan solo porto unos pantalones de hacer deporte grises.

En cuanto volví a la cama junto a ella cerré los ojos intentando tranquilizarme por unos minutos, pero me fue imposible cuando se acercó hasta mi pecho desnudo y se amoldó a este tras susurrar algo en un idioma que no creo que exista.

No puedo dejar de mirarla. Es atrayente como ella sola y nunca nadie había encajado tan bien conmigo. Nuestros cuerpos se unen como las piezas de un rompecabezas y es por ello que simplemente paso un brazo alrededor de su cuerpo tras arroparla para que no coja frío.

Mis ojos se desvían por su piel una y otra vez. Tan solo lleva la ropa interior debido a la noche de ayer y sonrío al recordarlo.

La veo durmiendo y todos los pensamientos que pasan por mi cabeza a más de mil por hora se derrumban.

Está preciosa.

Sin preocupaciones y sin nada que le atormente resguardada por mi cuerpo y por la manta que le he puesto por encima minutos antes.

Sus ojeras están empezando a desaparecer junto a las bolsas que acompañaban sus ojos debido a lo mal que descansaba pero la desaparición de las pesadillas que todas las noches la despertaban están ayudando.

Su respiración se acompasa a la mía y cada vez que la veo así preferiría que estos momentos se volvieran eternos, permitiéndome una y otra vez detallarla a mi gusto.

Me muevo suavemente y entonces es ella quien abre de forma suave sus ojos azules, iguales que los del cielo a esta hora de la mañana.

Parece dudar por unos segundos de donde se encuentra hasta que su mirada choca con la mía y me sonríe.

— No quería despertarte — le digo y ella se encoge de hombros volviendo a acomodar su cabeza en el hueco de mi cuello.

— No lo has hecho — Susurra mordiendo el mismo sitio donde se había apoyado.

Una corriente eléctrica me atraviesa y no dudó en darle la vuelta para ser yo quien quede arriba.

— Dime que no has empezado está guerra.

Ella sonríe de forma picara y sus ojos se oscurecen, permitiéndome ver el mar en ellos.

— ¿Y que pasa si he iniciado una guerra? — pregunta intentando sonar como esas niñas buenas, todo lo que ella no es.

ÁCRUX ✅ [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora