Omnisciente
No se sentía como si hubiera pasado un año.
Entre los alumnos, aún escuchaban su cantarina voz. Entre las paredes, aún observaban la sombra de su caminar. Entre las entradas de los pasajes se detenían, creyendo que, de estas, ella saldría.
Lily juraba que por las mañanas escuchaba sus relatos acerca de la nueva batalla que tuvo en el mundo de los sueños. Sirius se encontraba así mismo pensando en nuevas frases para fastidiarla. James sentía su compañía cuando, a las altas horas, la inspiración lo inundaba y creaba posiciones claves que los llevarían al triunfo en el siguiente partido. Alice observaba su cama antes de dormir, en su mente se reproducía la tierna escena donde abrazaba al peluche del que ahora conocía su procedencia. Frank sonreía cada vez que una cabellera castaña pasaba por su lado, pensando que se daría la vuelta para mostrarle una morisqueta como acostumbraba. Y Remus...
Por momentos, el licántropo seguía viviendo en el pasado. Los conocedores de la totalidad de sus actos veían en estos la influencia de la memoria de un fantasma. No de los que habitaban en Hogwarts, aquellos condenados a seguir en el mundo terrenal por tener una cuenta pendiente con este. No, la tormenta con la que lidiaba desde hace un año era causada por su recuerdo.
— Remus — el aludido alzó su mirada — Es hora — asintió aun mirándose en el espejo que tenía frente a él.
— Sí, sí, lo sé — su voz sonó perdida — Es sólo que no puedo... — bufando de molestia, señaló su corbata.
¿Complicaciones para atarse tal prenda? En su vida jamás había pasado por aquellos complejos. El primero en terminar de arreglarse entre sus amigos era él, siempre lo había sido.
Remus no aceptaba lo que ese día afectaba a su persona.
— Permíteme — Lily quitó la corbata de sus temblorosas manos.
Y con una extrema maestría, logró en cinco segundos lo que no había podido en tediosos minutos.
— Gracias — dijo en un suspiro de alivio.
— No debes de, Rems — el castaño le brindó una sonrisa que la pelirroja correspondió — Ahora vamos, no creo que desees que McGonagall nuevamente los regañe — señaló con diversión en su voz.
Río por lo bajo por el recuerdo.
La preocupación no los dejó dormir el día anterior. Decididos los merodeadores estaban de quedarse pernoctando fuera de la enfermería, a esperas de noticias acerca del estado de su pequeño amigo. Más cuando la profesora McGonagall les ordenó que la siguieran a su despacho, a sus ideas se vieron obligados abandonar. Se negaron, claro estaba que se negaron a seguirla en un principio. No querían que cuando Peter despertara se encontrara solo, no querían que él sintiera que lo olvidaron.
No querían que se enterara que realmente lo hicieron.
— Oh, no nos lo recuerdes Lily-Flor — pidió James, quien el día posterior fue el encargado de refutar las acusaciones de McGonagall.
En cuanto llegaron a la oficina de la nombrada, bastó que tomaran asiento frente a su escritorio para que empezara con un gran discurso sobre lo irresponsables que eran al preparar una poción tan peligrosa sin supervisión y, para el colmo, tuvieran la sensatez de probarlo con uno de sus amigos. James refutó de manera respetuosa tal declaración, indicando que jamás serían capaces de exponer a un peligro como el del filtro de muertos en vida a una persona, menos a uno de sus amigos.
Tal vez dejar en claro que ellos no estaban involucrados en las causas del estado de Peter no fue su mejor opción. Nunca lo sabría con certeza, aunque la duda en su interior se sembró. Porque debía existir una importante razón para que la severa mirada de la apodada Minnie cambiara a un sentimiento que, al tener en mente el estado de sus tres amigos, el miope no pudo interpretar.
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Blood Traitors (Sirius y tú) Blood Saga #1
Fanfiction- Eres peligrosa... - razonó él pero, antes de que ella hablara, añadió - un amor prohibido no creo que sea del todo malo - sonrió acercándose a ella - ¿Crees que olvidaré todo lo que hemos vivido y me alejaré? - ella no podía emitir ni una palabra...