›«No lo es»‹

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Omnisciente

Sirius había agarrado una aberración a estar en su habitación.

Desde la salida de Hogsmeade, mucho había cambiado. Las reuniones que antes utilizaban sus amigos para repasar los cursos ahora se trataban de leer, examinar y señalar lo que creían que sucedía. Cada vez que entraba, un nauseabundo sentimiento lo embriagaba, quería comprender la razón por la cual su mejor amigo, a quien consideraba su hermano del alma, había permitido tal locura, pero no podía.

Lo que sus amigos hacían superaba por creces lo que él creía correcto.

Hubo muchas veces en las que deseó desaparecer todas las fotos, apuntes y documentos que habían clavado en una de las paredes que, casualmente, daba frente a su cama. Pero siempre era detenido por James, quien decía una frase que ya le estaba hartando por tan repetitivas veces que la escuchaba.

Solo queremos asegurarnos, confiamos en ella pero... ¿No te has preguntado qué le dicen las serpientes?

Lo que decían las serpientes le llevaba a la misma mandrágora.

Para Sirius, no tenía ningún sentido el cómo se estaban comportando sus amigos, no comprendía por qué ellos habían caído en las redes tejidas por las mentiras de McKinnon. No obstante, estaba seguro que todo esto había iniciado después de la discusión que habían tenido con la leona, esa en la que cuando llegó con su pareja a la habitación, la tensión inundó los cuerpos de sus amigos. Estaba casi seguro, que no solo habían hablado del gusto que la rubia tenía hacia él, como su miope amigo le había dicho esa vez. Tenía la ligera idea de que ella había inventado situaciones que comprometen a su Star con las serpientes aspirantes a mortifagos, como los seguidores de Voldemort habían decidido darse a conocer.

No era tan despistado como sus amigos pensaban, el pelinegro se había dado cuenta que cada vez que estaban en reunión y, él estaba por ingresar a la habitación, quienes se creen unos expertos investigadores comenzaban a esconder cosas.

El grupo de leones, a espaldas del pelinegro, seguían investigando sobre la leyenda.

Era más que claro que tres se negaron a seguir investigando lo que consideraban un cuento. Remus, Peter y Frank habían admitido que jamás buscarían más de esa leyenda que no tenía lógica ni sentido para su persona. Marlene había protestado, pero al ser calmada por Lily, comprendió que si aquel trío no quería investigar sobre ello, estaban en su derecho y no podía obligarlos.

Marlene, a pesar que solo mantenía cortas y formales conversaciones con el grupo de leones, estaba satisfecha de lo que había logrado. Claramente, los leones estaban buscando razones para excusar a Jone de las sospechas que Marlene había lanzado, pero mientras los leones más se adentraban y conectaban las situaciones que la rubia les contaba, estaban abriendo sus ojos y notando que, los sucesos que rodeaban a la serpiente, eran más sospechosos de lo que creían.

Al menos tenían algo claro en lo que respectaba a la leyenda de las grandes. De alguna u otra forma, estas grandes brujas habían logrado pasar los dones que cada una poseía a la hija de la muggle que sacó el libro donde estaba el cuento de "El silencio después del grito", pero, que no se había activado hasta que el don se heredó a otra persona. Si bien, los chicos consideraban de este un don, Marlene pensaba que el nombre adecuado para definirlo sería maldición. Porque, por más que hayan estado descubriendo las maravillas que lograron cada una de las personas a las que consideraban poseedores del don, no evitaba que, prácticamente, perdieran a casi todo ser querido cercano y que, llegada a cierta edad, la cual siempre rondaba desde los diecisiete hasta los veintitantos, estas posibles poseedoras tenían una muerte repentina.

Blood Traitors (Sirius y tú) Blood Saga #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora