›«Dentro de nosotros»‹

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Omnisciente

La oscuridad había invadido Hogwarts, el sol se había escondido y la luna junto a las estrellas había reinado el cielo dando una belleza natural para que solo los interesados puedan admirarla.

La oscuridad posee una variedad de significados que pocos logran descubrirlos todos, pero, ella también es observadora de todos los pensamientos que poseemos cuando se hace presente.

La noche es el momento en el que nuestras almas se vuelven más sinceras con nosotros y dónde podemos dejar de lado a nuestra confusa y desordenada mente para darle el habla a los sentimientos que mantenemos resguardados.

Como se dice: “Nuestras almas brillan solo cuando existe la ausencia de luz”

Y es en estos momentos, en donde los alumnos de Hogwarts que no concilian el sueño son dominados por lo que su yo interior quiere decirle.

Y es por ello que dos de los Merodeadores siguen despiertos en su cama, pensando en las personas que, sin esperarlo, estaban creando aquel corazón que no tenían, porque según ellos, los mujeriegos no tienen aquel órgano en su cuerpo.

Y es que, la sola existencia de esas personas, alteraba todo lo que ellos saben de su yo interior y los ayudaba a descubrirse.

Ambos estaban siendo dominados por lo que creían saber de ellos, que no se daban la oportunidad de verdaderamente descubrirse, pensamientos cómo: “Yo soy esto, no lo otro” “No puedo ser así”; no los dejaba avanzar.

— ¿Sirius? – James susurró aún mirando el techo – ¿Sigues despierto?

— Claro que no Bambi – respondió con sarcasmo.

James se levantó de su cama y empezó a buscar algo en el baúl de Remus.

— ¿Qué hacés? – El pelinegro se sentó en su cama mientras veía extrañado a su amigo – Mejor dicho ¿Qué buscas? – siguió siendo ignorado por su amigo.

— Esto – en su mano tenía el mapa del Merodeador – ¿Vamos a las cocinas o a hacer bromas a las serpientes?

— Vamos a las cocinas – Sirius no necesitaba ahora algún recordatorio de aquella persona en esos momentos.

— ¿Y eso? – lo miró pícaro – ¿No quieres ver a tu amada? – un almohadazo fue la respuesta que obtuvo – Me a quedado claro – se encogió de hombros, tomó la capa invisible que su padre le había dado y salió de su habitación con el pelinegro siguiéndolo de cerca.

Estuvieron merodeando por los pasillos, evitando a los prefectos y profesores que querían evitar aquellas salidas nocturnas como la que ellos estaban haciendo, cada uno con sus propios sentimientos y sin hablar.

Al llegar al cuadro el Pelinegro se encargó de hacer las cosquillas a la Pera para poder entrar a las cocinas.

— ¡Son los jóvenes James y Sirius!
— ¡Qué alegría verlos!
— ¡Los extrañamos!
— ¿Qué les podemos ofrecer?
— ¿Qué desean?
— ¿En que los ayudo?

Millones de Elfos con muchas ganas de hablar se acercaron a los jóvenes, quienes les brindaron una sonrisa y con un geste les pidieron silencio.

— Porfavor chicos, quisiéramos solo una porción de queque para cada uno, solo queremos algo para picar mientras hablamos – explicó James, los elfos lo miraron sin parpadear para luego asentir y ponerse manos a la obra.

— ¿Hablar? ¿En qué momento acordamos ello? – el miope solo lo miró.

— Creí que era obvio, no quieres hacerle bromas a tu amada serpiente – el pelinegro se desordenó el cabello mientras bufaba.

Blood Traitors (Sirius y tú) Blood Saga #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora