James Potter
— Recuerdame no permitirles salir de aquí si no es estrictamente necesario — solicitó Adha a Sirius.
— Ni que fuera unos niños, sabelotodo — rodé los ojos, escuché su bufido.
El que hayamos tenido una pequeña pelea con el chico del mostrador no es motivo suficiente como para decidir que nos quedáramos en el departamento en todo lo que restaba de la semana. No es como que hubiéramos hecho un gran desastre, solo fue un simple y algo intenso intercambio de opiniones contradictorias.
La pareja de pelinegros nos había ido a recoger despues de unos quince minutos de que Lily se comunicara con ellos por el espejo doble. La sabelotodo apareció con su ceño fruncido, supe desde entonces que se encontraba algo enojada con nosotros. Los tres, Frank, Remus y yo, observamos cómo se acercaba a los guardias que nos tenían sentados en la puerta del supermercado. No escuchamos más que retazos de la conversación que tuvo, pero de lo que hubiera hablado le funcionó, ya que nos dejaron ir solo pidiendo que no volviéramos a hacer una escena como la que habíamos hecho.
Exagerados, los muggles eran unos completos exagerados.
— Mister Ego, si no comprendes lo mal que estuvo como actuaron entonces si son niños — gruñó — ¿Saben que podían haberlos llevado a una comisaría muggle? ¿Que al ser menores de edad tendrían que llamar a sus padres?
— Lo que quiere decir, es que pudieron meternos en problemas a todos si es que las autoridades muggles buscaban contactarse con sus padres — interpretó Sirius, asentí comprendiendo.
Bien, puede ser posible que no nos hayamos comportado como deberíamos, aún así, no es que fuera para tanto. Al fin y al cabo no había sucedido nada ¿Cierto? Y en vez de preocuparnos en las posibilidades deberíamos de disfrutar de nuestra escapada, olvidándonos de este pequeño altercado.
El viaje fue corto a comparación con el primero, en pocos minutos nos encontrábamos cargando las bolsas con la comida y demás mientras que subíamos las escaleras hasta el piso del departamento de los chicos. Según Lily Flor, para nuestra fortuna, no nos encontramos con ningún muggle lleno de curiosidad, el cual no pararía de hacer preguntas o de observar con ojo crítico las acciones que hacíamos, en especial cuando notara todo lo que llevábamos y que entrábamos en un departamento que, según lo indicado, era lo suficientemente espacioso para que conviva una pareja, no un grupo de ocho.
— Sean bienvenidos — exclamó el pelinegro mientras que dejaba las bolsas que cargaba encima de la isla que había en la cocina.
Todos imitamos su acción dejando las bolsas y permitiéndonos observar el departamento de la parejita. Silbé de asombro al verla, no estaba para nada mal, parecía ser mucho más amplia de lo que imaginé, cosa de la que estaba seguro que era por algún hechizo de Adha.
La sala era simple, con un sillón de a cuatro y dos personales a los lados, en el centro una mesa de madera y debajo de esta una alfombra que combinaba con la estética del lugar, la cual, parecía ser de esas ¿rústicas? ¿amarronadas? no sabría como explicarlo, pero quedaba claro que era el estilo de ese par acaramelados.
Por otro lado, lo que me traía con curiosidad era en cuál de las puertas, que se encontraban en el pasadizo que se hallaba frente al comedor, era la de nuestra habitación. Estaba a punto de preguntar, cuando noté que era el único que estaba admirando el lugar y no ayudando a guardar las cosas en los cajones de la cocina, como los demás estaban haciendo. Bufé por el hecho de que no me hayan pasado la voz y me encaminé hacia ellos para ayudar en lo que podía.
Lo único que no guardamos fue lo que comeríamos ese día, a vista de que no teníamos las energías suficientes como para cocinar Adha había añadido en la lista de las cosas que debíamos de comprar comida rápida, la pelinegra no especifico cual, por eso es que Peter y Alice se decidieron en comprar hamburguesas sin consultarnos, aunque no es como que podrían hacerlo, puesto que nos encontramos resolviendo otros asuntos en esos momentos.
ESTÁS LEYENDO
Blood Traitors (Sirius y tú) Blood Saga #1
Fanfic- Eres peligrosa... - razonó él pero, antes de que ella hablara, añadió - un amor prohibido no creo que sea del todo malo - sonrió acercándose a ella - ¿Crees que olvidaré todo lo que hemos vivido y me alejaré? - ella no podía emitir ni una palabra...